Instructivo para deconstruir al enemigo político

Víctor Cabezas

Víctor Cabezas
Quito, Ecuador

Mucho se ha hablado en Ecuador sobre la propaganda política, desde los montos que se gastan, hasta los medios que se utilizan. Se ha dicho que vivimos en un estado de propaganda, que la labor de la Secretaria de Comunicación está ligada a la promoción de mensajes gubernamentales a través de todos los medios, utilizando todas las herramientas. Pero la propaganda y su importancia para los procesos políticos no es un territorio propio de la izquierda, de la derecha, del Gobierno o de la oposición. La propaganda política es una herramienta fundamental para la transmisión de mensajes de persuasión a las masas, es el uso exagerado y prostituido de los instrumentos periodísticos.

Como una categoría de la comunicación política –es decir aquella que se enfoca en la conquista del poder-  la propaganda es una ciencia, metodológica, con principios, con reglas, asentada sobre objetivos determinados, aunque a veces desdeñables. Veamos algunas de las claves que presenta la teoría detrás de la propaganda. En particular cómo éstas son comunes tanto a la estrategia del Gobierno como a la estrategia opositora:

  1. La información en política no existe: Todo proceso de comunicación es persuasivo, subjetivo y maleable. Detrás de cada discurso y de cada dato que se nos presenta existe una intención de manipular a las masas hacia la ideología y postura del emisor del mensaje.
  2. Los mensajes a las masas deben llegar simplificados: Dentro de la lógica de producción de la propaganda los conceptos y fenómenos –por complejos que sean- deben presentarse como simples y digeribles, aunque así se los desnaturalice, aunque así se mienta. Por ejemplo, si el objetivo es persuadir a las masas de que en Ecuador no existe libertad de expresión, entonces la estrategia de propaganda es fundamentar esta postura en el hecho de que el Gobierno cuestione a los medios de comunicación. Es así que, sin perjuicio de que el estudio sobre la vigencia de la libertad de expresión es extremadamente complejo, dentro de la dinámica propagandística se presenta como simple y digerible: El Gobierno cuestiona a los medios, ergo, en Ecuador no hay libertad de expresión.
  3. Posicionamiento del enemigo único: Aunque la problemática social se encuentre determinada por una serie de actores con roles conflictivos, la propaganda tiene que posicionar que todos los problemas sociales son responsabilidad de una persona. Se debe construir un solo enemigo. El Gobierno, por ejemplo, ha logrado posicionar que todo quien tenga relación con el pasado político es un enemigo de la sociedad. Sea un banquero, sea un periodista, sea un político. No importa que rol cumplieron en el pasado, si son parte de un determinado periodo de la historia de inmediato se convierten en el enemigo.
  4. Exageración y desfiguración del enemigo: Una vez que hemos simplificado el mensaje y determinado el enemigo único, hay que exagerar aquellas características que lo configuran como tal. Si la oposición decide construir al Presidente como su enemigo a partir de la idea de que es un “dictador”, entonces cada cosa que Rafael Correa haga, por pequeña que sea, será magnificada y manipulada para posicionar esa imagen en la cultura de masas. La exageración de aquellos rasgos contribuyen a la deconstrucción del enemigo como una persona y su progresiva conversión al concepto de “dictador” o de “autoritario”. El objetivo es lograr que los ciudadanos identifiquen plenamente el concepto de dictador con el de Rafael Correa, despersonalizándolo, equiparándolo sin más a esa denominación.
  5. Trasfusión: La propaganda actúa siempre sobre la mitología nacional o las fobias y filias comunes y tradicionales. Si en un determinado país la sociedad tiene una fobia a la clase política perteneciente a un partido político, el propagandista apela a las asociaciones sentimentales que esto produce en las masas. Es decir, el sentimiento de fobia en la sociedad tiene que ser identificado con el actor político que se desea deconstruir.
  6. Unanimidad y contagio: Inocular un mensaje propagandístico de manera efectiva en un sector hace que todo el grupo lo acepte tarde o temprano. Es fundamental crear la impresión de unanimidad. Contar en una campaña de propaganda con el concurso de escritores, sabios artistas, deportistas, etc. Lograr que se perciba una aceptación, por todos los grupos de la sociedad, de aquel mensaje simplificado que pretende transgredir la imagen de un político, persuadir para que las masas lo rechacen.

No hay nada nuevo bajo el sol. Las reglas para la deconstrucción del enemigo son usadas por el Gobierno, por la oposición, por todo actor político que busca persuadir al pueblo. En un mundo híper comunicativo, donde todo –desde la comida de anoche, hasta la ropa del día pasando por la agenda legislativa-  debe publicarse por todos los medios posibles, es importante estar advertidos de estas reglas básicas que quizás nos ayuden a hurgar un poco más a fondo y preguntarnos ¿qué hay detrás de todo? ¿un deseo común de la clase política? ¿un temor inconsciente? ¿la política como un ejercicio cercano a lo clientelar, cercano al mercado?

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