Reinventar la política o morir en el intento

Martina Vera

Martina Vera
Madrid, España

Llegó la hora de reinventar la política en España o morir en el intento. Lo auguran las encuestas de cara a las elecciones generales del 2015.

¿Qué demanda el electorado más volátil de la historia a los partidos políticos? Pide un cambio de actitud, transparencia, seriedad, reformas a un sistema anticuado y dar batalla al desempleo. ¿Quiénes estarán a la altura de las demandas populares?

La España de hoy demanda reformismo

La España de hoy es un campo minado de escepticismo, a pesar de que las cifras económicas matizan el fin de la crisis (España crecerá un 3% este año según el Ministerio de Hacienda). Ese escepticismo se nutre de dos tendencias odiosas. La primera: el desempleo es aún sofocante y la calidad del empleo incierta. La segunda: los escándalos de corrupción en partidos políticos dejan secuelas. ¿El resultado? Un electorado indeciso y un posible empate a cuatro voces, en un sistema tradicionalmente bipartidista, entre PSOE, PP, Podemos y Ciudadanos. La indecisión impulsa cambios de actitud en los partidos y cada cual se autodenomina la mejor alternativa reformista de España con afán de posicionarse puntero.

¿Reformistas?

¿Cuenta España verdaderamente con líderes reformistas? ¿Son sus propuestas realizables? Si bien no todas las promesas electorales se desmienten en campaña, es posible evaluar las acciones de quienes las protagonizan para responder a esas preguntas.

  • Pedro Sánchez, líder del PSOE explota el talón de Aquiles del PP: la corrupción, a base de propuestas. Pone sobre la mesa una reforma a la Constitución para garantizar que las entidades del Estado no sucumban nuevamente a los intereses políticos. La última encuesta de Metroscopia publicada por El País el 26 de Julio, demuestra que el electorado premia esa actitud con un 23,5% de intención de voto.
  • Pablo Iglesias, líder de Podemos, se autodenominó vocero del movimiento popular de los indignados en España. A pesar de ello, nuevos movimientos de izquierda, recuerdan a Podemos que no es el único portavoz del pueblo ni el mayor reformista. La intención de voto del partido se desploma progresivamente y aterriza en el 18,1%. No ayudan las alcaldías en Barcelona y Madrid que dan mucho de qué hablar ante sus similitudes con hábitos chavistas; esa etiqueta no amerita calificativos reformistas.
  • Albert Rivera, líder de Ciudadanos, sube gradualmente en las encuestas cada mes y acapara un 16% de intención de voto. Rivera, plantea, entre otras propuestas, una reforma integral al sistema educativo. Para ello, convoca al diálogo entre partidos, tal como lo ha hecho en anteriores ocasiones. La conciliación es novedosa en un sistema de rivalidades; la estrena Ciudadanos y abre la puerta a reformas ideológicas.
  • Mariano Rajoy tiene más complejo el proceso de reinvención. Es el líder menos joven de los cuatro presidenciables y carga a cuestas cuatro años de desgaste en favor de duras medidas de austeridad. El PP opta entonces por estrenar nuevos portavoces, como el joven Pablo Casado, y cambiar el sistema de funcionamiento interno del partido. Se posiciona segundo con un 23,1% de intención de voto. Su reforma es superficial y tímida a gusto de algunos.

Reformismo vs Populismo

Es una línea difícil de identificar aquella que divide el reformismo del populismo. Mientras que el populista propone lo que el electorado quiere oír con la intención de acaparar votos, sea o no realizable su propuesta, el reformista antepone su promesa al pueblo a los intereses partidistas. En España los cuatro presidenciables se pintan reformistas en un intento de “sintonizar” con las demandas populares. No todos lo son. A seguir el ejercicio de ubicarlos e identificarlo bien. Toca desenmascararlos o reformarlos a ellos también. No es tiempo de quedarse como espectadores.

 

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