Maduro y la frontera

;aríasol Pons

Maríasol Pons
Guayaquil, Ecuador

La frontera entre Colombia y Venezuela cumplió, el jueves 27 de Agosto, una semana cerrada, después de que presuntos contrabandistas colombianos hirieran a 3 militares venezolanos. La imagen que circula en los medios de comunicación, esa de centenares de personas cruzando el río con sus pocas pertenencias a cuestas, las pocas que pueden cargar pues la deportación no les ha dado tiempo suficiente para organizar una partida lógica, es impactante.

Los militares venezolanos circulan las poblaciones fronterizas y después de revisar los documentos de sus habitantes, deportan a los ciudadanos colombianos “ilegales” y dejan una letra D pintada en la pared. D para Demoler. Es curioso que esto ocurra en un país donde su presidente se precia de tener un origen humilde, pues antes de ser el afamado político que es ahora, él fue conductor de bus. Esto debería ser un motivo para sentirse honrado, una historia de desarrollo y progreso, pero su acciones hablan por él y definitivamente no son motivo de orgullo. Para nadie es secreto que el tema del lugar de nacimiento de Maduro ha dado de qué hablar en muchos círculos donde se sostiene que el verdadero nacimiento del chavista es en la zona de la ciudad de Cúcuta, Colombia, sin embargo el récord oficial muestra como lugar de nacimiento la ciudad de Caracas. ¿Cómo un presidente que se jacta de ser defensor del pueblo puede ser tan incoherente? Para mí, la respuesta es que está infectado gravemente con la enfermedad del poder. Ha olvidado todo lo que, quizás, sabía y deberá re-aprender que el poder se acaba y la vida cobra cuentas.

La escena es chocante, pero lo más chocante son los exabruptos de ese gobierno que cada vez se desprestigia más por el sinsentido de sus políticas y, que no contento con culpar al mundo entero del deterioro de su calidad de vida, que hoy refleja el producto de sus propios abusos y desaciertos ahora quiere, a las patadas, buscar pelea con un hermano país maltratando a gente inocente. Maduro está buscando pelea, como un niño malcriado y cruel que busca pelearse en el colegio con sus pares. Excepto que no pelea con sus pares porque afecta a población vulnerable y lo hace desde una posición de poder. Es evidente que una pelea contra Colombia es una maniobra para distraer a los venezolanos de la triste realidad que viven hoy en día, léase presos políticos, escasez en aumento de alimentos, una disparada inflación, recursos públicos dilapidados, una reducción alarmante de su sector productivo, entre otras cosas. Hay tanto que escribir de Venezuela y su debacle social y económica que no se puede abarcar en un solo artículo de opinión.

La canciller Maria Ángela Holguín se reunió con su par venezolana Delcy Rodríguez en Cartagena, Colombia donde dijo que el presidente Santos no había logrado comunicarse con su par venezolano durante el fin de semana. Rechazó los hechos e insistió en que la forma de combatir el contrabando es la cooperación entre ambos países y no el cierre de la frontera.

Ella es diplomática, pero la gente común añadiría a eso que nada justifica el maltrato a gente inocente, peor aún, de un país hermano. Ser indocumentado no es razón para ser atropellado y deportado o ¿será que, en el fondo, Nicolás Maduro quiere parecerse a Donald Trump?

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