La gente sabe lo que quiere

Danilo Arbilla
Montevideo, Uruguay

El pueblo, la gente, tiene razón y sabe lo que quiere. A veces se equivoca, la confunden por un rato, pero como norma tiene razón. Ese es el fundamento y virtud del voto universal, un sistema que se rescata a sí mismo –contra vientos y mareas– por más que se pretenda desvirtuarlo, negar su esencia y convertirlo en instrumento para fines bastardos.

Lo de Argentina nadie se lo esperaba. Erraron las encuestas y se equivocaron y confundieron los analistas, los expertos, los politólogos y los periodistas. Le erraron los propios candidatos: Daniel Scioli, cuyo afán era superar un 40 % de los votos para pasar directamente a la Casa Rosada, dando por descontado un cómodo primer lugar. Y les pasó a Mauricio Macri –sorpresivo gran triunfador en esta instancia– y a Sergio Massa, que se desesperaban por “un voto útil”, para por lo menos acceder a la segunda vuelta.

Respecto a la Argentina de esos últimos años, primaba una interrogante, que a la vez constituía una contradictoria respuesta que confundía prácticamente a todos: ¿por qué la gente seguía votando a los Kirchner, innegables artífices y responsables de un régimen en que se persigue a la prensa y a los periodistas independientes, se hostiliza a jueces y fiscales que no se someten, en el que no se cumplen las sentencias judiciales que obligan al poder presidencial, y en el que rompen los ojos los enriquecimientos meteóricos, la corrupción y la repartija entre amigos, allegados y familiares?

A veces ese veredicto popular se demora un poco más de lo debido, lo esperado o lo deseado. Las “ayudas sociales” con propósitos electorales, la manipulación de la información y las limitaciones a la libertad de prensa, el “manejo” desde “la presidencia” de congresistas y del Poder Judicial –que se observa en tantos lados de esta América– consigue los suyo. Pero, de cualquier manera, llega un momento en que la gente, el pueblo, dice basta. Como lo está diciendo en más de un lado de esta América, y como lo acaba de decir en Argentina.

Los argentinos dijeron basta al kirchnerismo y a todo lo que ello implica. Dos de cada tres argentinos votaron en contra del kirchnerismo. Lo rechazaron. El caso más elocuente es la derrota de Aníbal Fernández, que disputaba la gobernación de la provincia de Buenos Aires, bastión peronista de siempre. El era el jefe del gabinete ministerial de Cristina Fernández de Kirchner y era, junto con el candidato a vice, el hombre de la Presidenta. Más que el candidato cuasi oficialista Scioli, por cierto. Era, además, un kirchnerista emblemático: arrogante, prepotente, ordinario, siempre presto para el insulto soez y, además, acusado de corrupción.

Habrá que ver qué pasa en el balotaje. Pese a la entusiasta tendencia que surge del resultado y la sobrecarga de su cargo de “vice”, Scioli aún puede ganar. Pero no creo que para ello salga a buscar los votos para el próximo 22 de noviembre levantando la bandera del kirchnerismo ni abrazándose al liderazgo de Cristina.

Si él gana, ganará el peronismo, pero no el kirchnerismo. El pasado domingo 25 el kirchnerismo ya perdió y, además, comenzó a ser juzgado.

Más relacionadas