Número Cero, el periódico que no fue

Allen Panchana
Guayaquil, Ecuador

Número Cero (Editorial Lumen, 2015) es una feroz parodia de la política, la justicia y, sobre todo, del periodismo. Ambientada en la Italia de 1992, en 218 páginas asistimos a la concepción, creación e inmediata muerte de un periódico, Domani, que pretende ser un instrumento de chantaje y manipulación a bajo coste. Y los periodistas, unos títeres del poder.

El agudo Humberto Eco (Alessandria, 1932) vuelve al ruedo con una novela que no es de fácil lectura, pero remueve conciencias. ¿Cómo sentirte haciendo un trabajo que nunca verá la luz? ¿Por qué inventar los horóscopos, las cartas de rectificación y hasta los anuncios? “Patricia, 42 años, soltera, comerciante, morena, esbelta, dulce y sensible, desea conocer a un hombre leal, bueno y sincero, no importa el estado civil con tal de que esté motivado”.

Ni qué decir de los reportajes. Todo debe hacerse para favorecer los intereses de un oscuro personaje que está detrás del falso proyecto periodístico: Vimercate, el commendatore, un alto título honorífico en la sociedad italiana. Cualquier parecido con Silvio Berlusconi, el capo de los medios y la política italiana, no es accidental.

Domani (mañana) es un nombre ambicioso. ¿Por qué? “Porque los periódicos tradicionales contaban, y desgraciadamente lo siguen haciendo, las noticias de la tarde antes, y por eso se llaman Corriere della Sera, Evening Standard o Le Soir. Ahora nos enteramos de las noticias del día con el telediario de la cena, lo que significa que los periódicos nos cuentan lo que ya sabemos, y por eso venden cada vez menos”.

En Número Cero hay unas pinceladas interesantes que hacen creer en este oficio, pero, también, aborrecer a esos seres que se lucran sangrientamente de él. Una redacción fantasmal y un director que veta en los números cero cualquier nota que pueda afectar los intereses del propietario, como el asesinato del juez Falcone a manos de la mafia o los sobornos a políticos para conseguir contratos. “Tengan en cuenta que hoy en día, para rebatir una acusación, no es necesario probar lo contrario, basta deslegitimar al acusador”.

Vergonzoso. Pero el reportero más experimentado y delirante de Domani, Braggadocio, asegura que “los periódicos no están hechos para difundir sino para encubrir noticias (…) Sucede el hecho X, no puedes obviarlo, pero, como pone en apuros a demasiada gente, en ese mismo número te marcas unos titulones que le ponen a uno los pelos de punta y tu noticia se ahoga en el gran mar de la información”. Aunque la novela discurre en la Milán de inicios de los 90, el concepto de “ahogar” los hechos importantes llega ahora, en el siglo XXI, al extremo con el auge de Internet.

Iluso: “-Y entonces, ¿de qué tiene que hablar el periódico?- preguntó Cambria. -A estas alturas, el destino de un diario es parecerse a un semanario. Hablaremos de lo que podría suceder mañana, con tribunas de reflexión, reportajes de investigación, avances inesperados…”.

El experimento de Domani es también retratar la todavía poco fidedigna historia reciente de Italia: la muerte de Mussolini, después lo que se conoció como Tangentopoli (escándalo de corrupción) que en 1992 arrasó con la reinante clase política desde la caída del fascismo, para desembocar en el primer Gobierno de Berlusconi. Y terminó con el perdón a los corruptos salpicados públicamente (1994).

Domani o el periódico que no fue. Estaba destinado a nunca existir, aunque su cierre se precipita por una muerte. ¿De quién? No se lo diré. Vaya a cualquier librería de Ecuador o el mundo. Y en cualquier idioma encontrará la mordaz novela de Umberto Eco.

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