Un presupuesto para una nueva época

El Presupuesto es la herramienta básica del estado para hacer política económica, pues en este se reflejan las prioridades, expectativas, limitaciones y riesgos que enfrenta la economía.

Lo más evidente es que este es el primer presupuesto aprobado con tendencia a la baja en 9 años, y el recorte es probablemente el más alto en la historia, pues los $6,4bn de reducción significan casi un 18% menos que el aprobado en 2015 y el equivalente a un 6% del PIB. La reducción de los ingresos viene dado sobre todo por el menor precio del petróleo en el presupuesto, que paso de presupuestarse en $80 en 2015 a $35 en el 2016, y por menores niveles de deuda nueva.

La considerable reducción de ingresos implica una considerable reducción de gastos, es así que vemos una caída importante en subsidios ($2.8bn) y en el monto destinado a inversión que se reduce en otros $2.8bn, poniendo fin a la época de grandes inversiones públicas que caracterizaron a los últimos 9 años. Sin embargo, el recorte va más allá de la inversión, es así que vemos una reducción importante en el dinero que va a los gobiernos seccionales (-12% o casi $400m), aunque menor al recorte general del presupuesto. Los gastos corrientes del estado central por el contrario casi no sufren ajustes, de hecho el gasto en salarios se incrementa levemente. El ajuste en gastos, aunque reduce el déficit fiscal, no lo elimina del todo; el déficit esperado del 2.4% del PIB es bienvenido después de déficits superiores al 5% en los últimos 3 años, aunque probablemente sigue siendo demasiado alto para la situación actual. A este déficit hay que sumarle los £4,2bn de amortizaciones y pago de deuda, que llevan las necesidades de financiamiento del gobierno a £6,6bn, monto complicado de financiar dado el actual riesgo país.

El otro elemento importante del presupuesto es la previsión de crecimiento económico, que el gobierno estima será de 1%, crecimiento que va a depender más del sector privado dada la reducción de la inversión pública en la economía. Esta expectativa de crecimiento económico del gobierno parece optimista considerando que la cifra esperada por FMI en el último reporte anual sobre el país que se publicó hace algunas semanas calculaba que el 2016 todavía será un año recesivo (0.1%). Analistas privados tanto locales como internacionales son aún más pesimistas y sitúan al crecimiento del 2016 en territorio negativo. El optimismo del gobierno con respecto al crecimiento económico, se repite en las previsiones de recaudación tributaria, que parecen poco realistas dada la coyuntura actual.

El presupuesto del 2016 es una señal positiva de realismo económico por parte del gobierno. Esto se suma a otras señales, como permitir que el FMI hiciera el análisis anual que realiza a todos los socios y el compromiso del gobierno a pagar el bono 2015 (£650m) en diciembre de este año. Este pago va a ser una muestra de seriedad en un país conocido por el impago de sus deudas y seguramente será bien visto por los mercados internacionales, lo que podría ayudarnos a reducir el riesgo país y mejorar la posibilidad de obtener financiamiento externo.

Pero aunque estas muestras de realismo económico son bienvenidas, inevitablemente tendrán un impacto en la economía ecuatoriana. Es imposible recortar el gasto en la magnitud en que está previsto sin que eso afecte a la economía en general. De ahí que necesitamos un sector privado, tanto nacional como extranjero, más protagonista para que ayude a compensar la caída del sector público y a re-balancear la economía. La pregunta es si el sector privado está dispuesto a trabajar con un gobierno que no ha hecho otra cosa que atacarlo durante los últimos 9 años.

En momentos como el actual vemos una de las características menos conocidas de la dolarización, y es que nos impide engañarnos a nosotros mismos o hacernos trampa jugando al solitario. La incapacidad de emitir dinero hace imposible postergar las decisiones difíciles y nos obliga a tomar el toro por los cuernos. El 2016 se presenta como un año de transición en lo económico y la confirmación de que el modelo reinante en los últimos 9 años se acabó.

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