La palabra habita al ser

Cristian López Talavera

Este ser que necesita recrear el mundo para retornar hacia el atrás. Asimila que el lenguaje es un hábitat donde se puede construir mundos ficticios, que habitan en el imaginario. El presente pertenece al pasado: “corría errante por el lenguaje de las sombras” nos dice la voz poética, que a su haber está sumido en una violencia existencial: “me decapitaron mis poemas”.

El mundo de la palabra poética en Ortiz posee un doble corpus, si bien es un discurso verbal donde se conjugan elementos del lenguaje; por otra, es artificio verosímil. La literatura se construye en un imaginario; así mismo va construyendo significados: “Ellos los que viven en mi, los que tienen mi nombre ¡se están muriendo!/ Yo no pienso hacer nada”.

Ortiz entiende que la palabra poética es lenguaje en tanto significa y comunica una realidad subjetiva, una realidad que dialogue con otro ser inexistente, pero que está presente siempre en el texto: “Despierta/ Las paredes de tu vieja casa se caen/ por la humedad de tu tristeza…/ copulan espejos que se trisan gritando tu nombre…/ el niño que en la vieja casa jugaba a esconderse/contando hasta diez hoy flota en el río”. Así, la poesía de Ortiz evoca discurso por tanto ideología y como ideología representa a un contexto social. La voz del trueno resuena en la palabra auténtica, aquella que brota de la rabia, del silencio del poema.

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