China y la economía mundial

Diego Grijalva

El mercado de valores en China -la segunda economía más grande del mundo- se precipitó durante la primera semana del año llevando a que en dos ocasiones se suspenda el intercambio. El gobierno chino había implementado un freno automático para que en el caso de que el índice caiga más de 7% el intercambio en la bolsa se detenga por ese día. Sin embargo, luego de que la semana anterior el freno entró en uso en dos ocasiones, los reguladores consideraron que este mecanismo estaba causando más problemas que soluciones, por lo que decidieron eliminarlo. El viernes 8 enero parecía que el mercado se estaba recuperando, pero el lunes 11 el índice de Shanghái (SHCOMP) cayó nuevamente más de 5%, sumándose a las pérdidas de casi 10% de la primera semana del año.

Lo que ocurre en China afecta a la economía global. Los mercados en Asia cayeron en línea con el mercado de valores chino. La semana pasada en Estados Unidos los tres principales índices (S&P500, DJIA y Nasdaq) cayeron más de 6%. Y en Europa ocurrió algo parecido, incluyendo las bolsas de valores de Alemania, Inglaterra y Francia.

A esto se debe sumar el último informe del Banco Mundial de las perspectivas económicas globales. De acuerdo a este reporte, publicado la semana pasada, en 2015 la economía global creció 2.4% y se espera que crezca a un ritmo de 2.9% en 2016 y 3.1% en 2017 y 2018.

Estas proyecciones de crecimiento son más bajas que las que el Banco Mundial había realizado en junio del año pasado. La principal razón es la desaceleración de China, a lo que se suma la recesión en Brasil y Rusia y el lento crecimiento en Sudáfrica. Estos países, que junto con India se denominan BRICS, habían sido los encargados de empujar el crecimiento global durante la crisis que afectó a Estados Unidos y a Europa desde el año 2008. Sin embargo, con la caída de los precios de los commodities y la contracción de la demanda global, su tasa de crecimiento se ha reducido en los últimos años. El único país de los BRICS que tendrá un alto desempeño en los próximos años es India, cuya tasa de crecimiento se espera sobrepase a la de China.

Como señala el Banco Mundial, el problema radica en el tamaño y la integración de estas economías con el resto de la economía global. Por ejemplo, si el crecimiento económico se reduce un 1% en los BRICS, el crecimiento global se reduce en 0.4% en los siguientes dos años, y el crecimiento en los mercados de frontera -entre los que se encuentra Ecuador– se reduce en 1.5%. La raíz de esta situación se encuentra en China y en su estructura económica. En primer lugar, durante las últimas tres décadas el modelo chino se basó en mantener tasas de ahorro elevadas (para financiar inversión) junto con un bajo consumo. Pero esto solo puede mantenerse mientras la economía crezca a una tasa muy alta. La economía china debe realizar una transición hacia una economía basada en el consumo y los servicios, que sea menos controlada por el estado, y tendiendo cuidado de evitar una caída rápida y problemas en los mercados financieros. Lamentablemente, la evidencia de la última semana y del verano pasado muestra que esta transición va a ser compleja.

Dada la reducción en la tasa de crecimiento, las personas en China han empezado a desconfiar de su moneda, lo cual genera una presión a la baja sobre el yuan, que se depreció 5% frente al dólar en 2015 y que se espera continúe por el mismo camino este año. Algunas predicciones consideran que la depreciación en este año puede llegar a 10-15%. ¿Por qué es importante esto? Por un lado, porque vuelve menos competitivas a las exportaciones de otros países -especialmente países emergentes- en un momento en que muchos de ellos necesitan vender más para poder crecer. Por otro, un yuan depreciado presiona para que el precio del petróleo siga bajando pues vuelve más caras a las importaciones de petróleo. Es así como en los últimos días el precio del petróleo WTI cayó nuevamente y se encuentra actualmente en alrededor de USD 31. Finalmente, lo más preocupante es que la depreciación del yuan hace que China exporte deflación al resto del mundo, lo cual puede llevar a una paralización del consumo y de la inversión, limitando el crecimiento.

El riesgo es entonces que la desaceleración en China lleve a una recesión global. La semana pasada, George Soros -uno de los mayores inversionistas en el mundo- dijo que la situación actual es similar a la de 2008. Si la economía china resulta estar peor de la que se cree, el 2016 va a ser un año difícil, no solo para Ecuador, sino para el mundo.

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