¿Adelantar las elecciones?

Hay, por otro lado, claras e inequívocas señales de que ese modelo económico ha fracasado, y que cada día, cada semana, cada mes que pasa sin que la política económica dé un giro sustancial, no solo que se hará más evidente su fracaso sino que profundizará más la crisis económica con enormes consecuencias sociales.

La más reciente evidencia del fracaso del modelo y de la crisis económica, es la insólita decisión del Gobierno de desconocer unilateralmente un contrato de compraventa de terrenos celebrado con una entidad de la seguridad social de las Fuerzas Armadas, y ordenar que se le transfiera de regreso buena parte del precio pagado. ¿Cómo será la crisis fiscal, y el nivel de inseguridad jurídica al que hemos llegado que el Gobierno nacional, que debería ser ejemplo de respeto a las leyes y a los contratos que firma, opta inclusive por desconocer todo ello para tapar su enorme agujero financiero? ¿No se supone que son los jueces los encargados de deshacer jurídicamente los contratos en el Ecuador? Este vergonzoso incidente no es sino una muestra más de que en nuestro país la Constitución y la ley simplemente han dejado de regir las relaciones entre los poderes públicos, y entre estos últimos y los ciudadanos. Y que aquí rige la ley de la fuerza.

Si la crisis económica continúa profundizándose, al Gobierno se le irá reduciendo más y más su margen de maniobra para salir de ella. Y, como ha sucedido en otras naciones atrapadas en similares callejones, será la crisis la que terminará guiando al Gobierno y no al revés. La pregunta obvia es por qué el Gobierno persiste en su error y no reacciona, o más aún, por qué persiste en negar la crisis. Después de todo, como bien dice la máxima latina: Errare human est, equivocarse es propio de los humanos. Claro que si quien gobierna una nación se ve a sí mismo como una divinidad, jamás va a apreciar la sabiduría de dicha máxima latina, e insistirá en que los únicos equivocados son los otros, es decir, los mortales humanos.

Pero a los cientos de miles de desempleados y subempleados, y a los miles de empresarios pequeños, medianos y grandes, poco les interesa indagar las raíces sicológicas o de otra clase que expliquen por qué el Gobierno persiste en implementar un modelo económico que ha fracasado, y no admite que se equivocó. Lo que la sociedad civil está exigiendo son rectificaciones inmediatas que inspiren confianza y perdurabilidad. ¿Puede el Gobierno dar esas señales de cambio y certeza?

El régimen presidencial ecuatoriano no prevé, como en muchos países europeos, la fórmula de adelantar las elecciones gubernamentales como válvula de escape en situaciones como la presente. Aunque, ciertamente, en la región ya se han dado casos en que bajo regímenes constitucionales presidenciales se ha adelantado una transición democrática en medio de graves crisis económicas. (O)

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