Fernando Cazón Vera, poeta por dentro y por fuera

Xavier Oquendo Troncoso
Quito, Ecuador

Este año, el Encuentro Internacional de Poetas “Poesía en Paralelo Cero” 2016, homenajeó al gran poeta ecuatoriano Fernando Cazón Vera, al que, curiosamente, aún el Estado no le ha concedido el Premio Nacional Eugenio Espejo, que tanto se lo merece, desde ya hace unos años, junto con otros escritores merecedores también, como Ana María Iza o Antonio Preciado, por poner dos ejemplos de gran aporte poético. Que pena da decirlo, pero muchos autores y artistas nuestros se fueron sin recibirlo. El caso de Manuel Zabala Ruiz, por ejemplo, a quien homenajeamos hace dos años.

Fernando Cazón Vera, nació en Quito en 1935, pero es, sin ninguna duda, un poeta guayaquileño de sepa y garra. Toda su vida vivió en esa ciudad a la que lleva impregnada en su modo de hablar y de moverse en el mundo. No solo su enorme y consolidada obra poética lo confirma como uno de los grandes poetas de la segunda mitad del siglo XX en el Ecuador: Fernando Cazón Vera camina como poeta, tiene cara, facha, rostro de poeta. Es como que la poesía está más allá de su lógica de ser humano, de su “homologicus” (por poner nombre arbitrario a su especie). Como que él sabe que los versos son parte de su riñón, o son su riñón mismo o un lunar, una sonrisa más, una lágrima menos. Es como que Fernando sabe que escribir poemas es un ejercicio obvio y normal de los seres humanos. Es como que “Nani” (como le decimos todos los que lo queremos) se las ve fácil, con la poesía, frente a la vida. Para él no es nada ni de este ni del otro mundo, escribir. Es, solamente, un ejercicio cotidiano: respira, come, duerme, ama, lee, ha reproducido la especie, se ducha, se bebe un trago, mira el mundo y escribe, porque así es su naturaleza. Y así son sus básicos instintos. Este fenómeno no es muy común en los otros poetas.

Desde 1952 ya se leyeron sus primeros versos extraídos de la madurez de un adolescente con rienda total hacia la poesía. Es un maestro en la versificación, el verso libre y en las formas más vanguardistas y renovadoras de la lírica. Enorme cultor del poema total. Poemas casi sentenciosos, casi parábolas, en muchos casos, con un manejo extraordinario del humor, del absurdo y las emociones. En otros casos, poeta de la más honda y ancha rama filosófica. Poesía que dice, que asombra. Poeta y poema van de la mano: más de 60 años de trabajar el poema con una humildad sorprendente y genuina hacen del gran maestro Fernando Cazón Vera uno de los poetas vivos más importantes del Ecuador y de nuestra patria del Español.

Esperamos aplaudirlo cuando reciba el próximo premio Espejo para las actividades literarias. Es más que merecido. El tiempo se encargará de darle el premio gordo de la vida: el reconocimiento total a su gran obra por los siglos de los siglos. Ni más ni menos.

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