El último adiós

¿Resumen? No hay crisis, no subió casi el desempleo ni el costo de la vida, peor aún la corrupción, no hay paquetazos y esta década ganada fue mejor que el feriado bancario. Sí, el correísmo ya no se compara con la era de dolarización antes del 2007, sino con la crisis de 1998. Alianza País hoy se mide con la vara de Jamil Mahuad. ¿Autocrítica? Cero. ¿Plan para generar empleos y unir al país luego del terremoto? Cero.

A un año de dejar el poder, Rafael Correa defendió logros de su mandato, pero no informó los problemas que vivimos los ecuatorianos. No dijo ni pío sobre el 5,7% que sufre desempleo o el 53% sin trabajo formal, según datos oficiales. Nada sobre la deuda pública mayor a 40 mil millones de dólares, la más alta de la historia del Ecuador. Nada sobre el 58% que hoy reprueba su gestión o el escaso 29% que le cree, según Cedatos.

Alianza País tapa el sol con un dedo y es inútil. La crisis, que palpamos la inmensa mayoría de ciudadanos, no hay que negarla: hay que resolverla, con propuestas distintas a las de un caudillo ensimismado en fantasías ideológicas, que se obstina una y otra vez en subir impuestos, ahora a la herencia y plusvalía.

El correísmo se va en un año, pero los ecuatorianos seguiremos aquí. Ya nos unimos por el terremoto. Ahora debemos unirnos para lograr en 2017 un cambio que, sin volver a los extremos pasados de la crisis bancaria, nos libere de los extremos presentes que nos hunden en una crisis fiscal y de empleo, para juntos construir, sin odios ni fanatismos, un amplio acuerdo de progreso, justicia y libertad.

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