País de dedicatorias

Es decir, no bajo el hombre sino solo bajo Dios y la Ley. Según sir Edward Coke, la frase es de Henri Bracton (1210-1268), un célebre clérigo y jurista inglés.

A un ecuatoriano le resulta difícil evitar sonreírse cuando lee esa frase. Si hay algo que forma parte esencial de la vida pública ecuatoriana es precisamente lo contrario. Basta ver los instructivos, reglamentos, decretos, leyes y hasta constituciones que se promulgan con la evidente intención de perjudicar o beneficiar a alguna persona fácilmente identificable, en desmedro de los principios de igualdad y seguridad jurídica.

Un inevitable referente es, obviamente, la dedicatoria de los militares en 1978 para impedir que Assad Bucaram sea candidato a la Presidencia de la República. En su plan de retorno, la entonces dictadura introdujo como requisito para terciar en las elecciones presidenciales que los candidatos sean hijos de padres ecuatorianos. Y con ello Bucaram, que era hijo de inmigrantes, fue descalificado. Años más tarde, otra reforma constitucional apuntó a impedir que Abdalá Bucaram fuese candidato presidencial luego del golpe de Estado que lo depusiera del poder. (Tal parecería que el apellido Bucaram tiene la virtud de agudizar la viveza constitucional criolla…).

Gracias a un reglamento con dedicatoria se le entregó a un fantasmal extranjero un emporio de medios de comunicación, sin importar la Constitución y la Ley. En una ley supuestamente para equilibrar las finanzas públicas se incrustó una increíble exención tributaria para beneficio de una empresa extranjera supuestamente estatal que está negociando una alianza público-privada para un proyecto de infraestructura. Bajo la falsa premisa que el poder constituyente es libre de cualquier control, la Asamblea de Montecristi dictó en 2008 una serie de “mandatos constituyentes” en muchos de los cuales se cometieron atropellos y abusos inéditos. Uno de ellos consistió en prohibirles a los jueces que ni siquiera reciban cualquier demanda o recurso que llegasen a presentarles dos ciudadanos ecuatorianos en defensa de sus derechos. El Comité de Derechos Humanos de la ONU acaba de declarar, entre otros, que semejante dedicatoria viola el derecho internacional de los derechos humanos. Y así, los ejemplos pueden multiplicarse.

La última dedicatoria que se le ha ocurrido a nuestro emperador, faro de la ética y oráculo de la sabiduría, consiste en una consulta para reformar la Constitución, la misma que está dirigida en contra de una sola persona, Guillermo Lasso. Pero como lo acaba de demostrar lo acaecido en Inglaterra, y como le sucedió a Febres-Cordero en su momento, no habría de extrañarse que los ecuatorianos aprovechen esa amañada consulta para otra cosa –por ejemplo, para decirle al emperador que no desean que su movimiento vuelva a gobernar nunca más–, sin realmente importarles lo que diga el texto de la pregunta burdamente amarrada. Non sub Homine sub Deo et Lege. (O)

  • El texto de Hernán Pérez Loose ha sido publicado originalmente en El Universo.

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