Una buseta llamada Ecuador

Y anda media destartalada, pese a que los dueños del colectivo —el pueblo— le dimos a su conductor más plata que nunca en la historia de los automóviles.

Pero el chofer malgastó el dinero. Aunque puso gasolina y hasta compró llantas nuevas, se endeudó de más para tunearlo con luces de neón y sonido chino de última generación. Era tan peleón que los clientes no lo aguantaban y por cualquier cosa lanzaba el carro a medio mundo. Y como logró meter la mano a las autoridades de tránsito, a cada rato chocaba sin que nadie lo multara.

Ahora el conductor se quedó chiro. No tiene cómo mantener excesos, no dio buen mantenimiento al colectivo y ya no le alcanza ni para las colas de las autoridades que tenía en el bolsillo.

Ecuador pide cambio de chofer. Necesitamos uno sensato, que maneje con más cabeza que hígado. Que no vire a la izquierda —ni a la derecha— al extremo de girar en su propio eje, sino que ande centrado en el camino. Que no solo lea el manual de su ideología mientras conduce, sino que se fije en las señales y la calle de la realidad social, para resolver los problemas del pueblo sin atropellar a los demás.

Debemos mirar al frente. Sí, cada cierto tiempo hay que ver al retrovisor para no chocarse con los errores del pasado, pero hoy debemos arrimar el hombro para empujar la buseta de Ecuador hacia el futuro. Y así, en la próxima gasolinera del 2017, pondremos un combustible moderno de empleo, agricultura, emprendimiento y transparencia, con un chofer que escuche y rinda cuentas a los dueños del colectivo, para juntos salir adelante con más democracia, justicia y libertad.

@hectoryepezm

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