¿Qué pasa con la conducta?

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Rodrigo Duterte le dijo “hijo de puta” a Barack Obama porque el último cuestionó a su gobierno por supuestos crímenes de guerra cometidos en ese país en una supuesta batalla con el narcotráfico. Naturalmente, Obama canceló la reunión prevista con su homólogo quien ahora lamentas su declaración; quiere quitarle el matiz “personal” al insulto proferido y su portavoz se esfuerza por desmentir una crisis entre los dos países. ¿En qué estaba pensado este señor cuando se acercó al podio e hizo semejante declaración?

Tenemos también la invitación oficial de Peña Nieto, presidente mexicano, al candidato a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, quien no ha hecho sino insultar a los mexicanos -migrantes legales e ilegales- desde que subió a la palestra política en la puja por llevarse la nominación republicana. Tengo que reconocer que cuando vi la transmisión en vivo de la rueda de prensa conjunta de estas dos personas, pensé que estaba viendo la escena de una mala película de acción norteamericana, donde México pierde toda la dignidad frente al gringo prepotente. Ojo que ni los mexicanos han perdido su dignidad ni todos los gringos son prepotentes, sólo en la escena que describo el prepotente se salió con la suya y Peña Nieto perdió toda la dignidad que le quedaba. El hecho de que Trump sea el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos ya nos lleva a cuestionar muchísimo el estado de ánimo de quien así lo determina, pero ese argumento es para otro momento. Qué hubo a cambio para que esa invitación se de es un misterio, pero comprendo la furia de los mexicanos frente a los hechos. No contento con ir y hablar del bendito muro que insiste en construir y halagar falsamente a los dueños de casa, regresó a su país a despotricar contra los mexicanos y su presidente. ¿Qué pasa con Trump? ¿Qué le pasó a Peña Nieto? Estas respuestas sólo se encuentran en el clóset del piensa mal y acertarás.

Como perla también tenemos las declaraciones del canciller extranjero que maneja las relaciones diplomáticas de nuestro país, llamando cínico y sinvergüenza al Canciller Serra de Brasil por mandar al Ecuador a aprender de democracia, luego de que los APES en el poder se enfurecieran por el impeachment a Dilma Roussef. Insisto, Long maneja las relaciones diplomáticas del Ecuador ¿dónde está la diplomacia en sus declaraciones?

Y sólo por un ejercicio de contraste, qué le pasó a la presidenta de la Asamblea cuando decide promulgar su respeto a la “decisión soberana” del gobierno de Maduro de deportar a ciudadanos ecuatorianos sin razones legítimas?

No entro a cuestionar el tema del recurso de protección del presidente de nuestra República para con el Comité Disciplinario Militar que se niega a darle la razón porque ya es de conocimiento público que el presidente se acostumbró a que le obedezcan, pero cabe preguntar ¿qué esperaba el presidente al enviarles una comunicación directa a la tropa? Si esperaba silencio entonces hubo un serio error de cálculo.

Entonces, ¿qué mismo pasa?

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