El triunfo de Donald Trump

Con el resultado de esta elección, Estados Unidos se queda con la asignatura pendiente de llevar una mujer a la presidencia, cuando tantos otros países –en América Latina, en Europa, en Asia– ya lo han hecho.

En una difícil contienda electoral, Trump, un candidato republicano improbable, superó no obstante en las primarias a políticos experimentados de su partido como Jeb Bush, ex gobernador de la Florida; los senadores Marco Rubio y Ted Cruz, y los gobernadores Chris Christie, de Nueva Jersey, y John Kasich, de Ohio.

Después, Trump libró una dura batalla con Clinton, una candidata con una vasta experiencia en la política y las tareas de gobierno, que fue senadora y secretaria de Estado.

El triunfo de Trump abre una era de incógnitas. Trump no es un candidato republicano tradicional. Para muchos, es un advenedizo que sin embargo logró ganar el apoyo de una parte considerable del electorado que al final lo llevó a la presidencia.

No se puede pasar por alto que su victoria se basó en una agenda controversial, un conjunto de ideas racistas y xenófobas, de promesas ruidosas y escaso sentido práctico, todo en torno al deseo de devolverle a Estados Unidos una grandeza que nunca especificó cuándo se perdió.

A pesar de la vaguedad de su mensaje, Trump ganó en buena medida porque muchos ciudadanos están hartos de la política habitual y quieren un cambio. Pero el cambio que Trump propone puede ser radical en muchos aspectos. En el tema de la inmigración, sus posturas son injustas. En política exterior, su menosprecio por las alianzas que Estados Unidos ha forjado cuidadosamente desde la Segunda Guerra Mundial puede abrir la vía hacia un desastre. Y está por ver si después que jure su cargo el próximo 20 de enero, será capaz de cumplir las promesas que sedujeron a media nación, como traer de vuelta los empleos y las fábricas que se han ido al extranjero.

Desde luego, no es lo mismo hacer promesas altisonantes en una campaña electoral que sentarse en la Oficina Oval a gobernar el país más poderoso de la Tierra. Es posible que al instalarse en la Casa Blanca, el choque con la realidad presidencial suavice la retórica explosiva de Trump. El combativo candidato ganó pero el pueblo estadounidense está dividido. A Trump le queda la dura tarea de unir a la nación, sin rencores, sin peleas y sin el drama de un reality show. Debe ser un presidente para todos.

Editorial del diario El Nuevo Herald, de Miami, publicado el 9 de noviembre de 2016.

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