¿Qué entendió Trump y no lo vimos?

Martina Vera

Lo cierto es que Donald Trump es el nuevo Presidente de un país que vivió las recientes elecciones con poco entusiasmo, bajas expectativas, nulas esperanzas y mucho cinismo. Es también la prueba fehaciente de que ni los políticos tradicionales ni las encuestas saben interpretar el sentir de poblaciones que activan inesperadamente su capacidad de voto o que ocultan sus orientaciones políticas. ¿Enfrentaremos nosotros las elecciones del 2017 bajo otro contexto pero en similar ambiente?

Los políticos tradicionales y las encuestadoras no entendieron ni capitalizaron lo que la ciudadanía quería en las elecciones de EEUU. En ese país, el voto es facultativo y no obligatorio e históricamente un 40% del electorado se abstiene de ejercerlo. Ese porcentaje corresponde en muchas ocasiones a ciudadanos blancos, de clase media que residen en zonas rurales del país y que las encuestadoras ya no toman en cuenta a la hora de consultar el voto. Ese es también el segmento que, en esta ocasión, se activó a favor del candidato republicano y al que los políticos tradicionales no han logrado llegar. Si el mensaje con el que los cautivó Trump es o no positivo para el desarrollo pacifico y próspero de EEUU es asunto a parte y no podrá juzgarse hasta que no conozcamos si Trump el presidente es el mismo que Trump el candidato.

La verdadera pregunta hoy es ¿por qué los políticos tradicionales no supieron cautivar al electorado que Trump hizo suyo? Una de las tantas teorías es que en EEUU las propuestas políticas se dirigen más al voto joven, que no es necesariamente el más numeroso, pero si el más innovador, crítico y mediático. La campaña de Clinton siguió ese precepto. De hecho, si únicamente los Millennials hubiesen votado, Hillary Clinton habría adquirido 504 votos electorales y Donald Trump 23. Otra teoría es que los ciudadanos viven en desencanto pleno con la política tradicional a la que Clinton pertenece y contra la que Trump arremete, pese a que sus formas y propuestas fueron radicales y vergonzantes para algunos. De hecho, eso también explica otra teoría: la que dice que el voto oculto en estas elecciones fue masivo y también decisivo.

Poco entusiasmo

En que proporción pesó cada una de estas teorías sobre el éxito republicano es aun incierto. Lo que si es innegable es que en un país caracterizado por el show mediático y el fanatismo, en esta ocasión, ninguno de los candidatos a la Casa Blanca generó el mismo entusiasmo o despertó las mismas pasiones que otros postulantes al cargo. Ambos centraron su campaña en ataques personales y no en propuestas nacionales y quienes acudieron al voto en masa lo hicieron en un país menos ilusionado y más cínico.

Ecuador vive tambien hoy en un país menos ilusionado y más cínico tras el fracaso de la promesa de la Revolucion Ciudadana. Un país en el que es justamente la clase media las más insatisfecha con las políticas oficialistas, pero es también la más reticente a confiar en los políticos tradicionales a quienes el correísmo ha catalogado de “políticos del pasado”. Hoy, el desencanto con la política es notorio y contamina tambien a Alianza Pais que fue en su momento ese antítesis a la política tradicional. Así, el voto oculto podría favorecer a esa “política del pasado” que tanto ha manchado el correísmo y que podría o no ser realmente una política renovada. ¿Sabrán sus promotores capitalizar el voto del momento? Trump entendió que para capitalizarlo debía ser y actuar con extremismo. No sabemos si esa será o no la presidencia que ejerza. Esperemos lo contrario.

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