¡Espejito, espejito! 10 años después…

Martina Vera

Tú no puede ser la respuesta que de el espejo ¿Será la que dan sus asesores y seguidores a un Jefe de Estado que hace mucho tiempo dejo de serlo. Pese a que acabó con los equivalentes a Blanca Nieves y los siete enanitos, ahora se autodestruye a sí mismo y a lo que ha demostrado tratar como su reino por convertirse en el fiero monstruo que algún día prometió combatir.

Su peor enemigo…

El Jefe de Estado reafirmaba a diario que el peor enemigo de la “oposición mediocre” era la oposición misma. Irónico resulta, cuando menos, que esa misma lógica se aplique a su propia existencia y la de su tendencia. Durante diez años de “Revolución Ciudadana” no ha habido nadie mejor para traicionar los preceptos del correísmo que él mismo. Así lo demuestra su actual apego a uno de los males que en el pasado le otorgaron a Rafael Correa “su belleza” creciente: los monopolios.

¡El espejo, no miente!

¡Hablemos entonces de monopolios! Después de todo, fueron ellos quienes hicieron ademán de sacarles los dientes tras asumir las riendas del país en el 2006. Entonces, prometieron combatir la acumulación de medios de comunicación social en una sola fuente. Expidieron varios decretos ejecutivos y aprobaron cuerpos legales en la asamblea para cumplir ese objetivo. Sin embargo, hoy el espejo muestra que del lado del correísmo un monopolio mediático más consolidado, sistemático y pudiente del que pudo haber existido antes crece en pendiente ¿La diferencia? El pueblo ya no está “cautivo” de intereses financieros y mercantiles, sino de las conveniencias políticas del feo reflejo de un autócrata.

Aquel autócrata se convirtió en un adicto al monopolio y con ello en lo monstruoso de la sociedad ecuatoriana que afirmó que combatiría. Incautó y acumuló medios que nunca se vendieron, inauguró cuantos quiso y hoy, en época electoral, está muy cerca de consolidar su mayor logro cuantitativo. El observatorio de frecuencias denuncia que en un concurso opaco y cerrado, 60 frecuencias de TV y 43 de radio que le pertenecen, casualmente, a los pocos que aún critican al oficialismo, podrían quedar en manos de un fantasma que es su amigo. Seguramente será ese uno de los fantasmas que aún convence al Ejecutivo de que sigue siendo el más bonito. Aun así, el espejo no miente y si la realidad es fiel al relato de los hermanos Grimm, serán los propios engaños de quienes adulan su reflejo los que acaben con ellos a diez años, quince o veinte.

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