Lilian Tintori, una libertadora que viene de Caracas

El que me vino a la mente estos días es uno muy particular y tiene que ver con una inadmisión. El 26 de septiembre de 1940, la España de Franco inadmitió al filósofo judío Walter Benjamin en su territorio. Benjamin era una de las mentes más brillantes de Europa y, en ese momento, huía de la persecución nacionalsocialista, que había comenzado a ocupar Francia. Viéndose perdido, y vencido por la violencia xenófoba de un demente, Benjamin, uno de los genios de todos los tiempos, ingiere una dosis letal de morfina y muere el 27 de septiembre de ese año nefasto en la localidad de Portbou, en la frontera de Francia y España. Sin duda, uno de los capítulos más vergonzosos del siglo XX.

He pensado en Benjamin al enterarme de que el gobierno de Ecuador inadmitió a Lilian Tintori, la esposa de Leopoldo López, y la obligó a tomar un vuelo de regreso a Miami. Durante estos diez años, hemos asistido a episodios de extrema violencia contra seres humanos que, por su nacionalidad, han sido humillados por el país en cuya constitución un grupo de noveleros escribieron el concepto de “ciudadanía universal”. Recuerdo, por supuesto, la expulsión colectiva a ciudadanos cubanos. Las críticas xenófobas a Christoph Baumann por emitir su criterio político. La cuasi-deportación a Manuela Picq. Los ejemplos sobran y son repudiables. Todo, en tiempos de un canciller huairapamushca que, pese a ser europeo, ha instaurado la xenofobia como política de Estado.

Mi condición de abogado me obliga a denunciar la aberrante disposición del 137 de la Ley de Movilidad Humana, sobre las causales de inadmisión a ciudadanos extranjeros. Esa Ley, tan elogiada por la verborrea correista, consagra una disposición totalmente incompatible con la Constitución y con los estándares internacionales de Derechos Humanos. Hablemos de la causal sexta de ese artículo, que permite inadmitir a quien sea considerado una amenaza o riesgo para la seguridad interna, una disposición que no sólo permite la discrecionalidad del Estado sino la más xenófoba arbitrariedad. En base a esa disposición, todo extranjero que no comulgue con el el gobierno de turno, podría ser inadmitido. En el caso de Tintori, un asalariado del Estado, ha dicho que se identificaron inconsistencias en su visa de turista y las actividades proselitista que dijo iba a realizar. Eso lo dice el gobierno que, en un acto de lógica elemental, ha permitido a los extranjeros residentes en Ecuador ejercer el sufragio.

¿Alguien me explica por qué no inadmitieron a Franco Parisi, excandidato presidencial chileno, cuando hace una semana ingresó a Ecuador para apoyar la candidatura de Lenin? ¿Con qué visa hacían sus visitas los políticos españoles Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, cuando venían a visitar a Alianza País? ¿Con qué visa entraron los guerrilleros del mundo que se reunieron en cónclave en Quito, entre los que había gente de las FARC y ETA, días antes del bombardeo de Angostura?

Además, si nos atenemos a lo estricto de la legislación actual (que ya es decir), para inadmitir a un extranjero se requiere al menos un informe, la realización de una audiencia y una resolución motivada. Jamás será suficiente la simple decisión del agente migratorio en el puerto. En todas las etapas de ese proceso, debía haber participado la Defensoría Pública. Por cierto, otra disposición de esa Ley (el artículo 83), expresa: “Son ciudadanos suramericanos en Ecuador las personas nacionales de los países suramericanos pertenecientes a la UNASUR”. Tintori, por ser ciudadana venezolana, podía haber entrado al Ecuador sin ningún problema por un plazo de 180 días.

Pero la inadmisión de Lilian Tintori no se explica con el Derecho, es una aberrante decisión política. ¿Por qué la inadmiten? Quizá por miedo o desesperación, al ver que el futuro es inevitable y ellos ya no están allí. Lilian Tintori representa todo lo que ellos temen y, sobre todo, ella encarna lo que nunca llegarán a ser. No es sólo la esposa de Leopoldo López. Es mucho más que eso. Ella, lo ha demostrado, es más libre y más valiente que cualquier burócrata beneficiado del chavismo y de sus gobiernos acólitos en la región. Una luchadora infatigable por la democracia y la libertad. Una mujer sola contra el Estado. Humillarla, vejarla, inadmitirla, no son sino más motivos para admirar su valor.

Inadmite a Lilian Tintori porque representa la llama de una libertad que les acecha, que no les deja dormir en paz, que les recuerda que el poder no dura para siempre. Y es que Tintori no les tiene miedo. Es el rumor de la Historia americana, que tiene que ver con pueblos valientes que se despiertan contra el despotismo. Una figura como ella, que no se ha amilanado ni siquiera por tener al marido preso en Ramo Verde, les provoca el pánico que debieron haber sufrido los españoles en la época de la Real Audiencia de Quito, cuando supieron que un general venezolano avanzaba con sus tropas por la cordillera, desde el norte, gritando la palabra libertad. Ella tiene la misma nacionalidad que el hombre de otro siglo al que llamamos libertador. Ese hombre se llamaba Simón Bolívar y, al igual que Tintori, nació en Caracas y tenía opinión política respecto de estas tierras.

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