Desplante de macho

El socialismo es un dogma que ofrece soluciones para todas las facetas de la vida, pero para desgracia de ese revolucionario, no había una norma escrita para reaccionar ante esta situación. Pronto el líder mesiánico tuvo que ofrecer una respuesta típica de la izquierda para que sus seguidores sepan qué hacer con sus vidas: Moreno era un traidor mediocre malagradecido, que le debía lealtad cómplice al movimiento Alianza País. Como ocurre en la mafia italiana. Porque para un comunista no existe nada peor que un adoctrinado se convierta en librepensador.

Hay que tener cuidado cuando las sociedades se vuelven violentas, como la que se promovió desde el gobierno ecuatoriano en los últimos diez años. Son síntomas de agobio.

Por ejemplo, la agresión machista de la izquierda chilena culminó con el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973. Los comunistas llevaban diez años amenazando con frases como “Las discusiones sobran. ¡Silencio, oradores! Tiene usted la palabra, camarada Mauser”. La acción militar de Pinochet fue una reacción al miedo que esos comunistas le metieron al resto de la población. Las fuerzas armadas actuaron con menos discursos y más opresión.

La respuesta fue excesiva. Soy enemigo de cualquier forma de totalitarismo. Castro o Pinochet fueron infames. Cualquier mal extremo debe ser condenado, no comprendido.
El marxismo ha fracasado, no porque haya sido aplicado incorrectamente, sino porque sus bases no son teorías científicas como Marx postuló. Jamás pudieron imaginar el potencial económico y tecnológico que encierra el mercado y la libertad.

El marxismo solamente ha sido bueno para sus líderes, que viven comiendo caviar y haciendo negocios basados en privilegios, mientras el resto de la población sufre la pobreza y espera que se cumpla la promesa del paraíso terrenal que promueve el comunismo, pero que jamás llega.

Su fallo no depende de la raza del hombre. Causó descalabro en Alemania Oriental, mientras Alemania Occidental florecía. Igual ocurrió en Corea. Corea del Norte vive reprimida y pobre, mientras Corea del Sur innova y exporta. La misma cultura, pero con conclusiones diferentes según la menor o mayor libertad que cada país ofreció a sus habitantes a través del sistema de gobierno.

Hemos constatado los malos resultados de la década perdida ecuatoriana. Logró desmotivar la productividad y la competitividad. Y con ello, la pérdida del empleo adecuado. La solución no son más impuestos, sino lo contrario. Un estado pequeño y eficiente. Que no gaste más de lo que recibe.

El socialismo puede lanzar al mercado por la puerta, pero regresa mediante el mercado negro, como consecuencia de las medidas erradas implementadas por el gobierno. Y eso nos perjudica a todos.

Se acercan tiempos de definiciones. Ojalá hayamos aprendido de la historia.

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