¿Él solo?

Un poema es una obra compleja de arte verbal que experimenta con el lenguaje y, a la vez, anima a entender el mundo de otra manera. En pleno ascenso de Hitler al poder, Bertolt Brecht escribió en 1934 Preguntas de un obrero que lee, un texto que muestra que las hazañas no pertenecen solamente a los individuos, sino que son resultado de la acción de colectividades. Es la distorsión de la realidad lo que encumbra a unos pocos para que creamos que un individuo hace la historia. El efecto de esos versos se intensifica con la imagen de que es un obrero, ante un libro, el que realiza agudos comentarios.

La voz poética constata que en los libros únicamente figuran los nombres de los reyes que construyeron Tebas; pero inquiere: ¿arrastraron los reyes las piedras? También le interesa saber “¿en qué casas / de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?”. Estas comprobaciones alcanzan tintes dramáticos: “Hasta en la fabulosa Atlántida, / la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes clamaban / pidiendo ayuda a sus esclavos”. El proletario del poema consigue nuevas luces para interpretar sucesos decisivos: “César venció a los galos. / ¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?”.

Es posible darle la vuelta a uno de los sentidos de este poema: tampoco las grandes pillerías de los personajes públicos son exclusivas de los individuos, sino que son colectivas e involucran a muchos otros. Por ejemplo, el vicepresidente sin funciones Jorge Glas, que está preventivamente en la cárcel, habría participado en la red de corrupción de los negocios estatales con Odebrecht y otras empresas. ¿Solo él? El expresidente Rafael Correa abusó del poder. ¿Él solo? Correa sometió a su capricho a todas las funciones del Estado. ¿Solo él? ¿No tenía un secretario jurídico que preparó ilegítimamente el camino para su autoritarismo?

Correa armó un aparato represivo que persiguió a quienes disentían de sus decisiones. ¿Él solo? ¿No tuvo vicepresidentes, ministros, viceministros, asambleístas, embajadores, etcétera, que, sin vergüenza alguna, se allanaron a su voluntad? ¿Por qué ellos no han sido llamados a responder por este abuso de poder? ¿Cuándo los correístas que ocuparon cargos principales rendirán cuentas de cómo se alinearon en la maquinaria de eliminación política del adversario a la que Correa sometió a la República del Ecuador? Quienes se encumbraron en el gobierno callaron para seguir gozando del sueldo y los privilegios burocráticos.

Se afirma que la política tiene que ver con la administración del bien público, del bien común. Por todo lo que el país está atestiguando con estupor, el correísmo hizo del bien público un bien privado, un bien propio, porque se adueñó del Estado para organizar un gobierno que se sustentó en el abuso y en el autoritarismo sin medidas. Correa propició un Estado cuasi dictatorial durante diez años. ¿Solo él? Brecht continúa interrogándonos: “La noche en que fue terminada la muralla china, / ¿adónde fueron los albañiles?”. Y sentencia: “Un gran hombre cada diez años. / ¿Quién pagaba sus gastos? / Una pregunta para cada historia”. (O)

  • El texto de Fernando Balseca ha sido publicado originalmente en el diario El Universo.

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