Acerca de POSTALES, de Miguel Molina Díaz

Obras de hombres y mujeres a esa edad era lo esperado. No así en el siglo XXI, en donde la adolescencia, dicen, dura unas tres décadas más.

Nadie sabe por qué, pero Miguel Molina Díaz siempre se adelantó a su época. Se adelantó al participar en política de adolescente, seguramente se adelantó en la lectura de los autores esenciales y los más nuevos, se adelantó en viajes profundos y someros a tierras lejanas a las que muchos llegamos solo de adultos, se adelantó en querer comunicar, compartir con el resto pensamientos propios y ajenos a través de un quehacer periodístico, todo esto mientras a la par seguía su carrera de leyes. A veces pareciera que las leyes le obligan al ser humano a escapar del horror cotidiano y buscar otros medios para expresar sus sentimientos más íntimos, en este caso, la literatura. A su corta edad, Molina Díaz ha pasado por muchos géneros de la escritura y ahora vemos que no dejó la poesía de lado, sino que le debe haber acompañado siempre.

La poesía de Molina Díaz demuestra ese ser adelantado, joven aún, que expresa, libre y valiente, todo cuanto le produjo asombro, aquí y allá, acullá, diría él –una mezcla de pensamientos de su ser adult(erad)o y milénico.

Este es el primer libro íntimo de Miguel Molina Díaz. Lejos queda la cotidianidad urbana, las interrogaciones a otros, los análisis externos. La lectura de Postales (Jaguar Editorial, 2017) es una composición in crescendo, hasta que amores, sentimientos, sensaciones aterrizan, todos, en la carta sobre el origen que, una vez lanzada, despliega otros acordes, sólidos, contundentes. Como si los hubiera escrito en ese orden. Como si la expresión de los orígenes hubiera liberado al autor para caminar más estable y afirmar su pluma. Es el primer libro de poesía de Molina Díaz que nos deja con las avidez de seguir leyéndole, como un hombre que [ha] descubierto el Mundo en cada uno de sus pasos indagadores.

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