Las caras de enero

Es por ello por lo que Janus fue consagrado el primer mes del año, y los romanos lo invocaban el primer día de ese mes. A este dios se lo representaba con dos caras mirando en sentidos opuestos. La una miraba al año que acaba de pasar, mientras que la otra miraba al año que estaba por comenzar.

El país ha dejado atrás un año que parecía que nunca terminaría, año de turbulencias e incertidumbre, de vergüenzas, frustraciones e ira colectivas. Uno no puede dejar de imaginarse el gesto de repugnancia que debe tener la cara de Janus que mira hacia atrás. Los ecuatorianos pudimos constatar que el régimen liderado por Rafael Correa fue el más corrupto que ha tenido el Ecuador en su historia. Esta conclusión ya no puede, en efecto, ser atribuida a odios o discrepancias políticas, sino que es un hecho verificable. Gracias a los Panama Papers, las delaciones de Marcelo Odebrecht, el anuncio del Departamento de Justicia en Nueva York, entre otros –y no a la iniciativa de los entes de control ecuatoriano–, el país comenzó a conocer las dimensiones de la corrupción y cómo había infectado todos los resquicios del aparato estatal.

Es como si la corrupción se hubiera transversalizado por todas las instituciones públicas. Más de 30.000 millones de dólares se robaron. Por eso indigna ver el silencio e inmovilismo de los poderes públicos que nada dicen y nada hacen ante el regreso del jefe de la mafia, el capo di tutti capi, que sigue muy orondo por las calles sin que sea llamado a rendir cuentas. ¿Acaso no les importa a estos señores la dignidad de la República para permitir que se nos pisotee así?

Pero si la cara de Janus que mira hacia atrás se ve tan horrible, la que mira adelante no se queda atrás. Todo apunta a que la bomba económica, que tiempo atrás instaló Correa, estallará este año. Lamentablemente, Lenín Moreno no tuvo el asesoramiento para caer en cuenta de esto, y lejos de desactivarla, aunque sea poco a poco, lo que ha hecho su equipo económico es agravar el poder de su explosión.

Pero eso no es todo. El país enfrenta una consulta popular convocada por el presidente. Parecería que él estuviera buscando afianzarse en el poder, tal como lo han hecho otros presidentes. Pero lo que el régimen parece no captar es que la ciudadanía mira a la consulta de una forma diferente. Para ella la consulta es la oportunidad para enterrar no solo a Correa, sino a algo peor: al correísmo. Por esto es por lo que, si luego de la consulta el presidente no lee sus resultados desde esta perspectiva, y no inicia profundos cambios habrá cometido un grave error histórico. La pregunta es ¿qué haremos entonces los ciudadanos? (O)

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