Regreso a la realidad

Hay suficientes mecanismos jurídicos disponibles para impedir que abandone el Ecuador y abundantes evidencias para hacerlo. A estas alturas únicamente su cercano círculo de mafiosos anda proclamando su inocencia. Si los órganos correspondientes siguen sin hacer nada y el señor se va al exterior, al país le quedará claro que sus titulares forman parte de ese círculo. Como todo jefe de mafias, él debería enfrentar la justicia, rendir cuentas y dar explicaciones por haber encabezado el régimen más corrupto de nuestra historia.

Es probable que luego del affaire de Assange el concepto de dignidad haya desaparecido del diccionario de algunos ecuatorianos. En otros países donde aún se cultivan la integridad, honor y ética, al canciller ni se le habría ocurrido hacer lo que acá ha hecho; y de haberlo hecho, ya estaría respondiendo legal y políticamente. Esa misma falta de decencia es la que se siente al ver cómo se le permite al exdictador caminar tranquilamente por las calles, muerto de la risa. Permitirle que lo haga es una afrenta a los ecuatorianos. A la decencia de muchísimos ecuatorianos que cada día enfrentan dificultades para mantener sus hogares, para educar a sus hijos, para mejorar sus negocios, para encontrar oportunidades, que luchan a diario en un país económica y moralmente quebrado. Para esos ecuatorianos resulta tan incomprensible el haber negociado a hurtadillas nuestra nacionalidad con Assange, como la actitud de permitirle al exdictador que entre y salga del país, haga campaña, dé entrevistas, hable en televisión, como si nada hubiera hecho. ¿Qué corona tiene un tipo tan despreciable como Assange; y qué aureola, un tipo tan corrupto como el exdictador, para que se les permita a ambos pisotear a nuestra República como lo están haciendo?

Cierto es que finalmente algunas autoridades, como el contralor, han adoptado ciertas medidas para investigar el papel del exdictador en la forma como endeudó al país y cómo contrató la comercialización del petróleo, pero hay mucho más que podrían hacer otras instancias. La información del Brasil y del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, así como lo revelado durante el juicio contra Glas, no dejan dudas sobre la responsabilidad del exdictador. Por menores cosas la señora Kirchner ha sido encausada por la Fiscalía.

No hay cosa más difícil para quienes han sido adictos al poder y al dinero que enfrentar un día la realidad de que se les acabó la fuente de su adicción. El exdictador debe regresar a la realidad llevado de la mano de la justicia. Como todos los ciudadanos en una democracia, es ante ella que él debe responder por su conducta.

Pero él no será el único. Los otros que tarde o temprano se enfrentarán a la realidad serán los millones de ecuatorianos que, gracias al manejo político irresponsable de la última década, vivieron adictos a una economía de ficción. (O)

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