Chaparrón y Lucas

Cada uno cumple un rol. Los políticos son los parlantes de lo que la sociedad quiere. Pocos son los políticos con ideas propias. Solamente recogen lo que la gente pide durante una época.

Por ejemplo: hace una semana escuché hablar a un ministro por televisión. Me recordó a “Los Chifladitos”, el sketch creado por Roberto Gómez Bolaños dentro del programa Chespirito. Pareciera que la intención era confundir al contribuyente con ideas vagas, que en el caso del sketch hacen reír, pero preocupan en la vida real, porque el propósito de sus declaraciones fue el camuflar la administración negligente de la cosa pública para hacer politiquería.

Eso es grave porque los servidores públicos trabajan para nosotros, los que pagamos impuestos: los mandantes a los que nos mencionan como “el soberano” en los discursos políticos. Deberían ser claros en sus expresiones, porque los simples mortales queremos que mejoren la calidad de vida de nuestras familias. Para eso contribuimos con parte de nuestro dinero para financiar al Estado.

Les otorgamos poder a estos individuos con ese fin. La intervención de los líderes, gobernantes e ideólogos es fundamental en la historia. Si no se hubiera luchado la batalla de las ideas durante la década ganada, seguramente estaríamos con moneda propia desvalorizada, con hambre y sin medicinas, como en Cuba o Venezuela.

Requerimos líderes que aboguen por la libertad. La resistencia británica, no hubiera sido lo mismo sin Churchill. Ni la segregación racial habría sido superada en Sudáfrica, sin la dirección de Nelson Mandela.

En el lado opuesto de la orilla encontramos a infames como Hitler, Mussolini, Chávez y Fidel, que no trajeron más que males a los pueblos, a pesar de ser hombres que mediante sus aptitudes para influir hubieran podido transformar favorablemente la sociedad, pero escogieron la vía contraria, guiados por su interés en administrar el gobierno como si fuera una hacienda de su propiedad y así satisfacer sus intereses personales.

Para encontrar líderes que fomenten la libertad es fundamental que los profesores e intelectuales orienten a la sociedad con ideas anti totalitarias, que tanto daño nos han hecho. O por lo menos, que enseñen imparcialmente los dos lados de la moneda. No solamente a Marx, sino también a Adam Smith, para que los ciudadanos decidamos objetivamente. También es responsabilidad de cada persona el estudiar las diversas formas de ver la vida que los filósofos y economistas nos plantean, para evitar depender de una educación formal dirigida hacia el socialismo.

Los países vivimos del trabajo de cada individuo. No del excedente de balanzas comerciales o agrícolas, sino del trabajo. Déjenos trabajar con libertad y prosperaremos con nación. Lo demás, son declaraciones incoherentes que nos recuerdan a Chaparrón, a Lucas y al ministro que vimos en la televisión.

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