Qué poco nos interesa

Jesús Ruiz Nestosa
Salamanca, España

Es llamativa la poca importancia que se le está dando en nuestros medios de comunicación a las elecciones en el Brasil donde figura como favorito el exmilitar ultraderechista Jair Bolsonaro. Puede ser, también, que solo sea una percepción equivocada mía. Pero sí es seguro que la prensa española le da una gran importancia a la preocupación que existe no solo en Sudamérica ante los resultados de estas elecciones, sino en diferentes partes del mundo.

Es ilustrativa de ese interés la publicación que hizo el diario español “El País” del pasado miércoles de una “Carta abierta a los intelectuales del mundo” de Manuel Castells, sociólogo, economista y profesor en la Universidad de California en Berkeley, considerada entre las mejores del mundo. En ella, este profesor alerta sobre lo que puede significar el triunfo de Bolsonaro en la segunda vuelta de las elecciones que se realizará a fines de este mes y lanza un pedido de socorro para que todos aquellos que puedan, bloqueen la llegada a la presidencia de la república de este político.

“Brasil está en peligro. Y con el Brasil el mundo –comienza su carta–. Porque después de la elección del presidente Donald Trump en Estados Unidos, de la toma del poder por un Gobierno neofascista de Italia y por el ascenso del neo nazismo en Europa, Brasil puede elegir presidente a un fascista, defensor de la dictadura militar, misógino, sexista, racista y xenófobo, que ha obtenido el 46% de los votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales”.

Habla luego del otro candidato en disputa, Fernando Haddad, que participa por el Partido de los Trabajadores (PT), un partido que arrastra una trama de corrupción (Lavajato) que se ha extendido no solo por todo el Brasil sino alcanzó también a numerosos países de Sudamérica. Lo califica como un hombre “respetable, académico y moderado”, y que por encima del desprestigio del PT, lo que se encuentra en juego es la presidencia “de un Bolsonaro capaz de decir a una diputada en público, que ‘no merece ser violada por él’. O que el problema de la dictadura no fue la tortura, sino que no matara en lugar de torturar”.

“Yo no represento a nadie –dice en otro párrafo de su carta dirigida a los intelectuales del mundo– más que a mí mismo. Ni apoyo a ningún partido. Simplemente creo que es un caso de defensa de la humanidad, porque si Brasil, el país decisivo de América Latina, cae en manos de este deleznable y peligroso personaje, y de los poderes fácticos que le apoyan, nos habremos precipitado aún más bajo en la desintegración del orden moral y social del planeta a la que estamos asistiendo”.

En su parte final, el profesor Castells pide a todos quienes conocen a alguien en el Brasil, les alerte de esos peligros y le pida que concurran a votar el próximo día 28 de modo que Bolsonaro no llegue a la presidencia. Mientras tanto, en Brasil, Bolsonaro trata de moderar su discurso para atraer el voto de quienes se muestran amedrentados por su agresividad y sus muestras de intolerancia, no solo la de él, sino también la de su vicepresidente, el exgeneral Hamilton Mourao, nostálgico de la dictadura militar que gobernó el país entre 1964 y 1985, que concluyó con un grave déficit de respeto de los derechos humanos.

Los avatares políticos de un gigante como el Brasil tendrían que ponernos en estado de máxima alerta porque somos un vecino pequeño, frágil y fácilmente influenciable. Y si alguna duda le queda a alguien de lo que podría pasarnos, pueden hacerse a la idea de cómo debe ser la vida de una pequeña y humilde familia que tiene como vecino a Donald Trump.

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