¿Verla venir?

Maríasol Pons
Guayaquil, Ecuador

El Reino Unido se ha caracterizado, entre varias cosas, por el orden y la formalidad en sus objetivos.

No fueron parte de los fundadores de la Unión Europea, en 1951, sino que se adhirieron en 1973. Siempre parecieron reticentes, no adoptaron el euro ni fueron parte de los países suscritos al Acuerdo Schengen, ellos mantuvieron estas dos potestades. La territorialidad de dicho país construye un modelo mental colectivo independiente y siempre ha sido una isla con mucho poder.

Desde lejos no se entiende bien la crisis del Brexit. Recordemos que el motivo de fondo para el tratado de Paris o Tratado constitutivo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, fue la de fortalecer las relaciones económicas con la visión de mantener la paz entre los países europeos después de dos guerras terriblemente sangrientas. De eso han pasado 68 años y la Unión Europea es hoy un muñeco absolutamente distinto al de su concepción, ha ido adaptándose e incorporando, so pena de muchas críticas como las de incluir países con realidades económicas y sociales equidistantes. Aún así, el libre movimiento de personas y de mercancías han sido los pilares fundamentales de una unión que ha aportado muchísimo al progreso de países vecinos.

Cuando hace dos años se dio el referéndum, quienes salieron a promover la separación de tras 46 años de adhesión, sembraron mediante la polarización una acción que costaría mucho contener. 72% de la población ejerció el voto y con eso se hablaba de representatividad, pero veamos los número más de cerca: 18,099,999 habitantes no estaban registrados para el voto electoral, 12, 948,418 habitantes No votaron, 16,141,241 habitantes votaron por quedar dentro de la Unión Europea y 17,410,742 habitantes votaron por salir. Así el resultado de la votación quedó 52% a favor de salir y 48% para quedarse.

Tengamos en cuenta que el 28% del población no participó. El 29 de Marzo de 2019 se cumple el plazo para la salida del Reino Unido, pero sus líderes no han logrado un acuerdo. La prensa que en su momento contribuye a una absoluta polarización sobre el tema incluso ha bajado el tono. Según se lee, el estado de ánimo ha cambiado, el Brexit se ha vuelto una carga, dudas sobre el futuro se profundizan y el país entero sufre a raíz de eso.

La primer ministra Theresa May retrasó hasta mediados de enero la votación por los diputados del acuerdo negociado entre Londres y Bruselas durante 17 meses. Existe la tesis de que May atrasa todo lo posible para dar poca alternativa a la cámara en el voto. Un poco de «o esto o nada” frente a la confusión. Suena casi apocalíptico que ese país esté preparando medidas de contingencia como buques para garantizar el abastecimiento de productos provenientes del continente. Pareciera que los ingleses no la vieron venir. Moraleja, si no te activas, otros deciden por tí.

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