¿(Solo) bótox contable?

Eduardo Carmigniani
Guayaquil, Ecuador

El allanamiento a Acería Xinlong S. A., por supuestas infracciones aduaneras (según las autoridades, estar equipada con maquinaria extranjera que costaría USD 30 millones, y mantener en sus bodegas repuestos y mercancía importados, sin soportes de adquisición en ninguno de esos casos), no desvelaría una simple ratería de comercio informal. Se trata de una planta industrial detectable a ojos vista.

Según los estados financieros cortados a diciembre de 2017 (están en la página de la Superintendencia de Compañías), los ingresos totales de Xinglong habrían sido de apenas USD 3.290. En declaraciones de prensa, la contadora lo explicó diciendo que hasta la fecha “no ha vendido ni una sola varilla de hierro”. Eso daría sentido a que sus utilidades hayan sido de USD 350, y por tanto irrelevante el Impuesto a la Renta.

Pero lo que no tendría explicación alguna es que en el activo (2017) se registre tan solo USD 14.000 por maquinaria y equipo y USD 320.000 por “construcciones en curso y otros activos en tránsito”, montos que habrían sido cubiertos con préstamos de los accionistas ingresados en el mismo 2017. Si se compara el balance con la existente planta industrial -solo la maquinaria valdría USD 30 millones- digamos que se trataría de una acería fantasma.

Al potencial contrabando y al bótox contable, el viceministro Iván Granda le agregó bótox societario: que tras la acería no estarían en verdad los ciudadanos chinos que figuran como accionistas, pues tras ellos estaría parapetado el exvicepresidente Glas. Esto, según dice, por “indicios relacionales” que admite conocer, pero que no se molesta siquiera en explicar, escudándose en la reserva legal que existe por haber sido ya entregados a la Fiscalía. Linda la cosa, no revela la información que sirve de base a la conclusión, pero sí dice cuál es esta. Hasta gente como Glas merece respeto a sus derechos.

La metedura de pata del señor Granda y sus consecuencias, en todo caso, son su problema; eso no puede enturbiar la investigación, a la que hay que ir siguiendo la pista. Hasta ahí la minuta, por ahora.

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