Suspiria

Carlos Jijón Jurado
Guayaquil, Ecuador

No puedo esperar a que empiecen las parodias de las películas de terror populares hoy en día. Juro que nunca va a haber un género que envejezca peor. Todas las futuras generaciones se van a reír de que nos asustábamos viendo personas recorriendo pasillos oscuros por noventa minutos con fantasmas gritando “¡BU!” cada cinco.

Pero ni siquiera son solo los jumspcares. Incluso las películas de miedo buenas como Hereditary o Get Out son incapaces de resistirse a los sustos más baratos. “Hay personas riéndose, ¡esto sería un excelente momento para interrumpirlas con alguna cosa violenta pasando de repente!” O, “una persona haciendo ejercicio, ¡qué gran oportunidad para que se lesione de alguna forma grotesca!” “Hay que recordarle a la audiencia que esto es una película de terror después de todo y Dios no quiere que busquemos formas menos insultantes de hacerlo”.

Y francamente había olvidado que es posible hacer películas de miedo sin caer en esas estupideces, así que ver Suspiria, el reciente remake del clásico de terror de 1977, fue una experiencia casi transformadora. ¡Es posible hacer una cinta de terror que es al mismo tiempo inteligente e impredecible sin nunca recurrir a trucos baratos! No lo podía creer.

Pero un poco de contexto primero. La Suspiria original es una película italiana dirigida por Dario Argento y recordada como una de sus obras maestras. Era la tierna historia de una academia de danza secretamente controlada por malévolas brujas que mezclaba impresionante suspenso y horror implícito con brutal exceso y un poco del horror más explícito que has visto alguna vez. Es también una de las cintas más famosamente estilizadas del siglo, con hasta un viaje en taxi siendo iluminado como una discoteca.

La nueva versión es dirigida por Luca Guadanino, que hace poco sacó otra obra maestra llamada Call Me By Your Name, y mantiene la misma premisa de la original con algunos cambios significativos. Hay muchos estilísticos, como la decisión de dejar de lado los colores surrealistas para dar paso a una estética mucho más sutil y algo melancólica, una tendencia que también sigue la música. En vez de ser extrema e indiscutiblemente espeluznante como en el primer filme, ahora es mucho más calmada y dulce hasta el punto en el que no parecería la banda sonora de una cinta de terror si no estuviera acompañando a una.

Pero los verdaderos cambios están en todos los nuevos elementos. La cinta original era bastante sencilla. Consistía en una joven inocente sospechando que todas las cosas tétricas que ocurren en su escuela de baile probablemente no son todas inoportunas casualidades. La nueva tiene eso pero mucho, mucho más. Hay todo un contexto político considerando que transcurre en Berlín de la posguerra, lo que le da a una dimensión mucho más seria y hasta alegórica. También conocemos más a nuestros personajes, que protagonizan varias subtramas de misterio, rivalidad y hasta romance.

Y esto puede sonar extraño pero encontré la experiencia de ver Suspiria extrañamente relajante. Que no haya un solo jumpscare ni escena ridícula en la que alguien se rompe el dedo lavándose los dientes hace que pueda concentrarme en la historia. Esto significa que cuando de hecho veo las cosas aterradoras que el filme tiene que ofrecer puedo disfrutarlas por lo que son. Y esta película definitivamente se parece a la original en cuanto a su método para aterrar a la audiencia. La mayor parte es suspenso que te corroe los huesos pero eventualmente el terror llega a tu cara y es visceral y muy perturbador (aunque debo decir que los efectos especiales y de maquillaje no siempre son perfectos).

Pero si puedes perdonar eso y una banda sonora que no es ni la mitad de memorable que la de la película original, estás frente a la que es fácilmente una de las mejores cintas del año. Yo estaba maravillado de poder ver una película de terror que se toma enserio a sí misma y a sus personajes, que son excelentes por cierto. Dakota Johnson es espectacular como Susie, la estudiante de danza que sin saberlo se vuelve objeto de un rito oscuro. Lo mismo con Mia Goth, que da una de mis actuaciones favoritas del año interpretando a Sara, que se topa con el secreto de la escuela tras la misteriosa desaparición de una estudiante (Chloë Grace Moretz). Incluso vemos un poco de la vida de las brujas, que están enfrascadas en una compleja división interna porque me imagino que ni siquiera cuando te dedicas a la magia negra es fácil quedar de acuerdo con tus amigos.

Toda es una amplia y ambiciosa historia que nunca se siente inaccesible y que llega a ser dulce o inclusive hermosa en ocasiones.

Y ya hablé de cómo no disfruté demasiado la música y que los efectos especiales no siempre están al cien por ciento, pero esos defectos son solo diminutas manchas en lo que es de lo contrario un trabajo inmaculado. Aunque está basado en algo que lo precede es completamente original y está a un nivel casi inigualable cuando comparada con sus contemporáneas que, como espero haber dejado claro, nadie admitirá haber disfrutado en cinco a diez años.

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