Venezuela y Ecuador

Juan Carlos Díaz-Granados Martínez
Guayaquil, Ecuador

Los ecuatorianos hemos migrado a diferentes países del mundo en varios momentos de nuestra historia. Tanto así que por número de ecuatorianos, Nueva York podría ser la tercera ciudad más importante del Ecuador.

Por eso desconcierta la hostilidad que en algunos casos hemos mostrado hacia los venezolanos, que están viviendo condiciones económicas deplorables como consecuencia del socialismo del siglo XXI.

Una hiperinflación, como la venezolana, del 1.000.000%, se previno en Ecuador gracias al dólar. Esta divisa fue y es una camisa de fuerza que impide que los socialistas impriman moneda nacional cada vez que aumentaban el gasto.

Si no fuera porque tenemos economía dolarizada, también experimentaríamos la crisis económica y humanitaria del país hermano. Viviríamos en un proceso hiperinflacionario destructor de la capacidad de compra de las familias y los sueños de la sociedad.

Es correcto controlar que no ingresen delincuentes; pero nosotros, más que nadie, tendríamos que ser empáticos con los venezolanos honrados que huyen de esa crisis humanitaria. Pudimos haber sido nosotros.

Existen dos acciones a implementar. La primera, apoyar un cambio democrático del gobierno venezolano. Más allá de que el sucesor de Chávez, Maduro, ha demostrado ser un dictador, su legítima separación servirá́ para que un gobierno transitorio comience a desmontar un aparataje político destinado a servirlo, oprimiendo a la población y facilitando el narcotráfico. Sin eso, no existirán elecciones libres, ni poderes estatales independientes que ejerzan sus funciones eficazmente.

Eso permitirá que asuma el poder alguien que reconstruya una economía a la que le tomará por lo menos dos décadas recuperarse; pero se comenzará a detener la hemorragia de venezolanos al mundo. De esa forma no se verán obligados a emigrar a Ecuador y otros países. Es fundamental demostrar que Maduro ha obrado ilegítimamente y su caso es parecido al del tristemente célebre ex dictador panameño Manuel Noriega.

La segunda acción es flexibilizar la relación laboral y facilitar el empezar un negocio en el Ecuador, lo cual posibilitará que millones de personas, que se encuentren en el subempleo, accedan a un empleo adecuado y puedan crear negocios fácilmente, incluyendo a los venezolanos.

Ambas acciones nos ayudarán a mejorar esa situación en beneficio de todos los que vivimos en este país: nacionales y extranjeros.

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