¿Volvimos al pantano?

Hernán Pérez Loose
Guayaquil, Ecuador

La hipócrita resolución adoptada la semana pasada por una mayoría de asambleístas para destituir a una parlamentaria es un alarmante recordatorio de que ese Ecuador que nos llevó a los brazos de Rafael Correa y de su mafia ha regresado o que quizás nunca se fue del todo. La semántica del odio y la mentira no se fue con él. Ella sigue aquí y parece que seguirá entre nosotros por varios años; seguirá aquí para destruir más al Ecuador de lo que ya está destruido, para evitar que el país se levante del suelo adonde fue tirado y pisoteado por una década.

A esta gente no les afecta los niños que fueron violados gracias al encubrimiento de un ministro de Educación; no les importa el robo de El Aromo que ahora resulta que fue como aplanar un terrenito antes de hacer la casa; ni una glosa por 42 millones de dólares, ni las coimas de Caminosca; les vale un pito los asesinatos de Gabela y Valdivieso o las torturas a Galo Lara; no les importa que la pandilla se haya robado miles de millones de dólares, y les resbala el que hayan dilapidado 300.000 millones de dólares, con los cuales ya estaríamos saliendo del subdesarrollo; parece que nunca han escuchado del negociado en cadena de Petrochina y Petrocomercial o del asalto de Coca Codo Sinclair –que hasta el New York Times lo ha denunciado–, ni les importa que buena parte de la información sobre los latrocinios correístas provenga de investigaciones del exterior. Tampoco les avergüenza que el Departamento de Justicia estadounidense le haya negado a Petroecuador el estatus de víctima, para efectos de recibir una indemnización civil en el juicio penal que se sigue en la Florida por lavado de activos; y ello debido a que más que víctima ella ha sido un agente activo de corrupción.

No les interesa tampoco la farsa de Topic ofreciendo devolver unos millones de dólares que dice le llegaron por casualidad a su cuenta hace años, o del otro que ahora dice que robaron millones usando su nombre, o –lo que es peor– que haya autoridades que se traguen semejantes cuentos.

No les importa que, por una coima de 271.000 dólares, Lula acaba de ser condenado, en un nuevo juicio que se le siguió, a 13 años de prisión, mientras acá nadie se atreve a iniciarle a Mr. Vidrio los nuevos procesos porque dizque está pendiente un recurso de casación en el único juicio que se le ha seguido, cuando el iniciar esos nuevos procesos, que son por delitos diferentes, no depende de la suerte que tenga dicho recurso; aparte de que en casación no pueden afectarse las determinaciones fácticas hechas en la instancia.

Nada de esto les importa. Lo que les importa es acumular más poder sin rendir cuentas de su ejercicio y construir cada uno su rompeolas que les cubra las espaldas a futuro (con razón no quieren ni a bala que venga una comisión internacional de la ONU para combatir la impunidad).

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