Lo que pienso de Venezuela

Ricardo Brown
Miami, Estados Unidos

Me pregunta alguien si lo que ocurre en Venezuela se parece a alguna otra situación que yo hubiera cubierto como periodista. Me he quedado pensando.

Como periodista, me tocó viajar a un total de 53 países. Los conté una vez. No es un alarde. Es que tuve la suerte de estar en el lugar oportuno en el momento oportuno de una época dorada de la televisión hispana de Estados Unidos. En aquellos tiempos, Univisión y Telemundo cubrían el mundo. Quizás no es tanto así hoy en día. Yo no veo mucha televisión, pero tengo esa impresión.

Pero el hecho es que viajé como reportero a 53 países, que incluyen algunos que estuvieron bajo la bota comunista, como la misma Rusia, Bulgaria, Hungría, Polonia, Alemania Oriental, Checoslovaquia, Rumanía y lo que hoy día son Croacia, Bosnia-Herzegovina y Serbia, que entonces eran parte de la desaparecida Yugoeslavia. Estuve también en la primera etapa de la dictadura sandinista en Nicaragua; en Cuba bajo los dictadores Castro; en Panamá cuando mandaba Noriega; en la República Filipina, donde vi caer la dictadura de Ferdinand Marcos y en Argentina, Uruguay y Chile cuando había regímenes militares en esos países.

¿Aprendí algo? Bueno, me reafirmé en mi convicción de que no me gustan las dictaduras -todas son repudiables y malas- pero que hay algunas más malas que otras y las peores son las dictaduras comunistas. Y eso es lo que hay en Venezuela, una dictadura comunista del trópico, como las que están en el poder en Nicaragua y Cuba. Por lo que vi recorriendo el mundo, el comunismo tropical de los Chávez y los Maduros, los Ortegas y los Castros es tan represivo brutal como el comunismo de lo que fue la Cortina de Hierro, pero tiende a ser más incompetente en el manejo de la economía.

Pero divago, ¿no? La pregunta que me hicieron es esta: ¿Qué pienso de lo que ocurre en Venezuela en comparación a lo que vi en otros lugares en otros tiempos en que un pueblo se lanzó a quitarse de encima una dictadura? Bueno, pues me parece que es importante que, después de 20 años de dictadura (yo pienso que el chavismo fue dictadura desde el primer día en que entró el golpista Chávez por el portón de Miraflores) los venezolanos siguen en pie de lucha. Hoy mismo –lunes 4 de marzo- se inundaron de pueblo rebelde las calles de Venezuela para recibir al presidente interino Guaidó que, como prometió, regresó al país.

Las manifestaciones fueron muy importantes en el derrocamiento del comunismo en Checoslovaquia, en Alemania Oriental, en Polonia. Y la “calle,” las protestas multitudinarias fueron clave en la salida del poder del dictador Marcos en la República Filipina. Pienso que en Venezuela, las manifestaciones masivas como las que se vieron hoy lunes para recibir a Guaidó patentizan el rechazo a la dictadura. Muestran al mundo y hasta a la misma dictadura y sus aliados internacionales que el pueblo venezolano no tiene miedo a luchar por su libertad, a pesar de la brutal represión.

Me parece también que Guaidó se está manejando bien. Los movimientos, las causas justas, necesitan de líderes. Lech Walesa resultó ser un líder imprescindible en la lucha por la libertad de Polonia. Vaclav Havel fue el líder idóneo para el momento en que los checoeslovacos se quitaron de encima la dictadura estalinista que había en Praga.

Yo, por el momento, tengo una impresión muy favorable de Guaidó. Se proyecta como sobrio, decente, valiente. Y tiene buena pinta. Eso me parece importante, sobre todo por que contrasta con la grotesca vulgaridad de Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, y el resto de la comparsa chavista, incluyendo a las mujeres, como la “Primera Combatiente” Cilia Flores, la llamada vice presidenta Delcy Rodríguez y la demencial ministra de prisiones Iris Varela. Es que son impresentables los chavistas.

Quizás parezca una frivolidad, pero yo pienso que los movimientos anti dictaduras tienen que tener cierta estética. Para mi está muy bien que Guaidó y su joven esposa se vistan correctamente y se expresen como personas decentes. Así es la inmensa mayoría de los venezolanos, gente de modales, de comportamiento civilizado.

Por otra parte, no estoy muy seguro del programa político y económico del Partido Voluntad Popular al que pertenece Guaidó. Pero ese es un tema que corresponde a los venezolanos, sobre todo cuando se recupere la democracia. Y no se trata de endiosar a Guaidó, ni convertirlo en un caudillo mesiánico. Hay otras figuras muy valiosas en la oposición al chavismo. Y más que dirigentes, lo que necesita Venezuela es un pueblo valiente y decidido a conquistar la libertad y allí está ese pueblo. Pero es que, como a veces ocurre en la Historia, de repente –y a veces inexplicablemente- surge un líder, una figura capaz de aglutinar, de representar la lucha de un pueblo que decide romper las cadenas de la opresión.

Por último, tengo que decir que es inédito lo que ha logrado la dirigencia del anti-chavismo en la comunidad internacional. Han arrinconado a la dictadura, que solo es apoyada por otras dictaduras desacreditadas.

El Maestro Arístides Calvani, un gigante de la diplomacia venezolana y latinoamericana, se sentiría orgulloso de lo que ha hecho el equipo de Guaidó para recabar la solidaridad de los países libres del mundo.

Como periodista, vi desaparecer varias dictaduras. Estuve en Praga, cuando cayó la dictadura estalinista. Sentí el olor a libertad cuando se tambaleaba la dictadura comunista en Polonia y cuando desaparecían las dictaduras de Alemania Oriental, Bulgaria y Hungría. Estuve en Bucharest poco después de que ajusticiaran al maldito matrimonio Ceausescu. Vi huir a Marcos en la República Filipina y a un Noriega, que había sido tan prepotente y desafiante en el poder, entregarse como oveja mansa en Panamá, después de jurar que lucharía hasta la muerte. Hoy daría cualquier cosa por cubrir lo que sucede en Venezuela allá, sobre el terreno, pero me toca estar lejos. Pero , ¿saben qué? Me siento optimista desde la lejanía. La dictadura de Maduro está en avanzado estado de descomposición.

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