No me ayude, compadre

Eduardo Carmigniani
Guayaquil, Ecuador

Voy a presumir la buena fe del asambleísta Tito Puanchir Payashña (Pachakutik, Morona Santiago), en la preparación del proyecto de ley que presentó el pasado 27 de marzo “para regularizar la relación de los abogados con sus clientes”, pues la principal preocupación que expresa, para justificar su propuesta, es que sería necesario evitar perjuicios a los abogados cuando los clientes dejan de pagarles y “abandonan” sus casos. Supone el legislador que eso “mantiene atado al profesional del derecho al caso, obligado a ejercer la defensa ante la amenaza de una sanción por parte del juzgador” (exposición de motivos, penúltimo párrafo).

La fórmula que plantea el señor Puanchir para remediar la que, de ser cierta, sería una situación a todas luces injusta, es que si un cliente deja de tener “contacto” con el abogado por seis meses, se entienda que este ha quedado relevado del patrocinio, sin sanción alguna.

Nuevamente, presumo la buena fe del asambleísta, pero me temo que va a tener que quedar descorazonado en su deseo de ayudar a los abogados: “Los servicios de las profesiones y carreras que suponen largos estudios, o a que está unida la facultad de representar y obligar a otra persona respecto de terceros, se sujetan a las reglas del mandato”, según el art. 2022 del Código Civil. Ese es el caso de los abogados. Y una muy precisa regla de ese contrato es que si el mandante -el cliente- “no cumple por su parte aquello a que está obligado, autoriza al mandatario para desistir del encargo” (Código Civil, art. 2063).

Hoy no hay, pues, que esperar los seis meses con los que se pretende “beneficiar” a los abogados. El incumplimiento de los términos acordados con el cliente autoriza, sin espera alguna, a dejar de continuar la relación. Pero no solo eso. Habiendo causa legal para tal terminación, no se incurre en la prohibición de “abandonar, sin justa razón, las causas que defienden” que tienen los abogados (Código de la Función Judicial, art. 335, 2º).

Síntesis: hay que agradecer la preocupación del asambleísta, pero, como dicen, no me ayude, compadre…

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