Me quiero regresar a Venezuela

Samuel Uzcátegui
Quito, Ecuador

Después de problemas personales y ciertas revelaciones que he tenido en los últimos días, que me han hecho vivir una de las peores épocas de mi vida, he considerado seriamente la opción de regresarme a mi país. ¿Qué tan miserable tiene que ser tu vida en tu país de residencia como para querer volver a vivir en dictadura?

Emigré al Ecuador buscando priorizar oportunidades personales, específicamente de estudio, y me han servido de mucho y soy un afortunado, pero ¿hasta qué punto vale la pena perseguir esas oportunidades personales? Cuando no tienes vida personal y eres un extranjero más en un lugar lleno de prejuicios y etiquetas, que hacen que seas subestimado y en algunos casos incluso oprimido por tener una diferente nacionalidad. Estoy consciente de que eso es solo una parte del Ecuador, y que hay mucha más gente dispuesta a aceptarnos a los venezolanos y a respetarnos, pero ese odio y esa exclusión es la actitud que más pesa y la más difícil de combatir.

Llegué a estudiar la carrera de Periodismo y ocho meses después, no podría estar más sorprendido. Una persona como yo, que está rodeado de los futuros periodistas de este país diariamente y que es parte de una carrera que promueve la empatía, terminaría viviendo rodeado de personas extremadamente indolentes. Personas que saben de donde vengo, saben de mi vida personal y, por ejemplo, leen estos artículos, que aun así reducen sus interacciones personales a simplemente pedir favores y a no interesarse en lo absoluto por los sentimientos de los demás. Ni una sola vez en toda mi estadía en el Ecuador he recibido palabras de aliento por parte de mis compañeros, y eso es increíble, no porque yo necesite atención, pero si pueden hablar para pedir favores también podrían darme así sea una sola palabra de apoyo que, por más simbólica que sea, significaría mucho para mí y para cualquier otro venezolano ¿O será que no entienden la gravedad de los problemas? Me gustaría pensar que es un tema relacionado con la edad, pero después de conversaciones con incluso personas capacitadas para ofrecer ayuda psicológica en casos difíciles, me di cuenta de que, de verdad, hay personas que no entienden nada y no tienen ningún tipo de capacidad de ponerse en los zapatos de los demás y comprender sus problemas.

Son los profesores y directivos con los que he conversado y que me han mostrado su apoyo que me hacen saber que no estoy solo y que incluso, aportan su granito de arena al promover la inclusión y se dedican a informar sobre lo que ocurre en Venezuela a sus alumnos para que se puedan ver los problemas desde otra perspectiva. Pero ya intentar enseñarles valores y principios básicos a adultos es algo complicado, sobre todo al intentar educarlos sobre un problema tan polémico, en donde es más fácil ignorar y no tomar en cuenta a una clara minoría que busca oportunidades en este país.

Es evidente que esto no ocurre solo en el Ecuador, pero sí es importante buscar el cambio e intentar promover la interculturalidad y la inclusión para garantizar la mejor convivencia posible entre ecuatorianos y venezolanos. “Es que el ecuatoriano es cerrado” “es que los venezolanos son delincuentes” “es que son muchos los que llegan”. Son algunas de las declaraciones que me suelen dar para excusar el mal trato hacia los venezolanos, ¿no es más fácil hacer una reflexión personal y dejar de generalizar? Intentar que el ecuatoriano sea un poco más “abierto” o entender que no todos los venezolanos son delincuentes y darse cuenta de lo fácil que es no prejuzgar y no culpar a todo un gentilicio por las acciones de un individuo. Y mejor aún, entender qué fue lo que tuvo que pasar en Venezuela para que termináramos viviendo más de 300.000 venezolanos en el Ecuador.

Entonces, ¿por qué querría volver a Venezuela? Porque en dictadura también se ríe, en dictadura también se ama y también se comparte en familia, en dictadura también hay amistades y principalmente, en dictadura también se VIVE, cosa que aparentemente no he logrado hacer en el Ecuador. Soy un afortunado y espero y las cosas cambien en el Ecuador por el bien de todos mis hermanos venezolanos, pero por ahora, falta muchísimo por hacer para lograr el objetivo de que podamos convivir como comunidades en total armonía. Aun así, me quedo con el recuerdo de las maravillosas personas que hacen lo posible porque los venezolanos sean respetados e incluidos, aunque sus acciones sean puestas en segundo plano por personas llenas de odio que buscan todo lo contrario. De igual manera, espero se dé el cambio que tanto queremos en mi país y que cuando regrese a Venezuela, sea a un país en libertad y pueda retomar la vida que deje allí y que tanto quiero recuperar.

 

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