Gracias por nada, Bachelet

Samuel Uzcátegui
Quito, Ecuador

Bachelet visitó Venezuela para lavarle la cara al dictador y darle el reconocimiento internacional que tanto ansiaba, al llamarle “presidente”. Intenté mantenerme positivo y optimista porque supuse que habría algo de humanidad en la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, pero no hizo más que reunirse con todos los representantes del castrochavismo, sonriente y sintiéndose como en casa. Los que la defienden dicen que Bachelet lloró al escuchar los testimonios de los familiares de los presos políticos y víctimas de tortura, pero fueron lágrimas de cocodrilo, porque mientras ella abandonaba el país tranquilamente, el Foro Penal reportaba que siguen habiendo más de 800 presos políticos en Venezuela. Tampoco podía irse sin apoyar la causa “anti-imperialista” diciendo que las sanciones de Estados Unidos aceleraban la crisis en Venezuela, pero de la presencia militar de Rusia en el país no dijo absolutamente nada, supongo que las invasiones militares no entran en sus parámetros de “derechos humanos”.

Bachelet escuchó de primera mano los relatos de padres que comentaban como sus hijos fueron asesinados por órganos de seguridad en las protestas opositoras, escuchó el testimonio del hijo de un preso político que le pedía que sacara a su papá de la cárcel y también escuchó a múltiples víctimas de detenciones arbitrarias, como al periodista Luis Carlos Díaz. Pero después, se reunió con Vladimir Padrino López, quien ha ordenado reprimir y disparar a manifestantes opositores. Después se reunió Diosdado Cabello quien es reconocido mundialmente como un narcotraficante y como el líder de una organización criminal conocida como el Cartel de los Soles. Y, para ponerle la cereza al pastel, se reunió con Nicolás Maduro varias veces y oxigenó a la dictadura con sus declaraciones donde expresaba su preocupación por las sanciones internacionales hacia el régimen.

Primero se reunió con las víctimas y les prometió que los ayudaría y después, salió directamente a reunirse con los victimarios, con los perpetradores, dándole la espalda a las personas que vieron en ella un aliado. Irónicamente, todos los representantes de la dictadura con los que mantuvo conversaciones tienen denuncias en La Haya por crímenes de lesa humanidad. No hay resiliencia que pueda sanar el dolor de los familiares de las víctimas, que en repetidas ocasiones han buscado justicia por sus familiares y no encontraron apoyo ni siquiera en la supuesta Alta Comisionada para los Derechos Humanos.

El tema del padre de Bachelet es complicado, su padre murió en cautiverio por las torturas del terrible régimen de Pinochet. Se esperaría cierto grado de empatía por parte de la comisionada, siendo ella alguien que vivió en carne propia los horrores del autoritarismo. Pero esto no ocurrió, pudo más su ideología política que su humanidad. Cree que nos transmite calma a los venezolanos cuando nos dice que dos representantes de su oficina se mudarán a Caracas, pero es en una misión autorizada por Maduro, quien “le prometió” a Bachelet que dejaría que monitoreen la situación del país.

Cuanta razón tiene el secretario general de la OEA, Luis Almagro, cuando dice que las declaraciones y acciones de Bachelet favorecen más a la dictadura que a nadie, y mucha más razón tiene la periodista Sabrina Martín cuando dice que todo lo que hizo Bachelet en Venezuela lo pudo haber hecho por Skype desde su oficina, en vez de vendernos humo y darnos esperanza a los venezolanos, que pensábamos que algo bueno saldría de su visita.

La señora Bachelet pasó dos días en Venezuela, con solo dos días en el país pensó que lograría entender una crisis de más de veinte años. Con solo ver la foto en la que sonríe con Nicolás Maduro, demostró su total incompetencia y con las declaraciones previas a su partida del país, le dejó muy en claro al pueblo venezolano que en ella no tenemos un aliado, sino que tenemos otro obstáculo más que enfrentar para lograr denunciar la crisis del país ante diferentes organismos internacionales. Una mujer que fue víctima de un régimen opresor, que perdió a su propio padre por una dictadura llena de violencia y que fue torturada y forzada a vivir en el exilio, vino a mercadear elecciones y le dio la espalda a todo un pueblo que se muere de hambre, que no tiene medicinas, donde hay detenciones arbitrarias y torturas a diestra y siniestra y donde las proyecciones, hechas justamente por la organización que ella representa, evidencian que para el 2019, de continuar la crisis, el 20% de la población venezolana habrá abandonado el país.

Después de ver su hipocresía, su indolencia, su ingenuidad y su complicidad, a Bachelet le digo, gracias por no hacer absolutamente nada y fallarle a todo un país, sinvergüenza.

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