La misión

Raúl Andrade Gándara
Rochester, Estados Unidos

Los primeros pasos del cura híbrido indican claramente la ruta. Se trata de crear el caos y el enfrentamiento entre todos. Esa es la misión, aupada desde Bélgica y avalada por los oportunistas que han perdido su parcela de poder.

Lograr un remezón en un gobierno aletargado que le permita «treparse por el chorro» al cura sin criterio y con demasiado afán de exhibirse. En un país lleno de poderes inoperantes, era obvio que uno de ellos busque el enfrentamiento para cimentar su poder, descalificado por los votos y por el cansancio.

La impunidad es una vez mas el principal actor de este sainete. La incapacidad de la Asamblea para hacerse respetar, la inmovilidad del poder judicial, la complicidad del órgano electoral con las obvias violaciones a la ley completan un cuadro surrealista y lamentable. ¿Quién le pone el cascabel al cura? Esa es la pregunta de hoy. Pero los responsables de esta cadena de desafueros están claramente identificados. Y su complicidad con Don Correone no deja mucho espacio a la duda.

Las últimas declaraciones, en abierto desafío al fallo de la Corte Constitucional, en el sentido de revisar las decisiones del transitorio anterior, desnudan la clara intención de patear un tablero endeble y mal administrado cuyos líderes carecen de decisión y fortaleza.

El híbrido sabe que no tiene legitimidad ni poder, por eso empuja como toro enfurecido hasta que alguien lo tome a cargo. El país tiene que estar atento a estos actos de rebelión solapada que únicamente buscan desestabilizar a los poderes establecidos. Hay una clara consigna golpista y delictiva detrás de estos shows mediáticos.

¿Volveremos a ver el ascenso de un mediocre apoyado por minorías y una prensa sensacionalista y vana? ¿O aprovecharemos esta oportunidad para retomar las riendas de un país a la deriva por nuestra impavidez? Las reacciones populares se dan cuando no existe otra manera de hacerse escuchar. Y el silencio, lamentablemente, sigue siendo una constante en las masas.

Hagamos votos y enarbolemos la bandera de las recetas eficaces y comprobadas antes que permitir los desvaríos de minorías ignorantes y gritonas que solo traen incertidumbre y zozobra. Actuemos ya. Aún estamos a tiempo para que el soberano haga escuchar una voz altiva y de rechazo a las manipulaciones de un grupúsculo de farsantes con consignas deleznables.

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