El cambio a la fuerza

Raúl Andrade Gándara
Quito, Ecuador

La desafortunada comparación del lcdo de estos días, inspirada sin duda por su afán de aplaudir el emprendimiento, me hizo reflexionar sobre lo sinuoso que ha sido su sendero para llevar al país el mensaje de mejores días.

Sin duda, han habido cambios. Y de los buenos. El alejamiento de Venezuela, el acercamiento con los organismos multilaterales, la salida de Assange, la libertad de expresión, el tímido recorte del tamaño del estado, y el despertar de la justicia después de diez años de sopor son señales positivas. Pero al igual que el ejemplo del “monito” emprendedor, hay una faz oculta y complicada detrás de cada una.

El distanciamiento con Maduro, por ejemplo, trae como cola una migración indiscriminada y cuestionable de personas sin papeles y sin rumbo que amenaza con ahogarnos. La salida de Assange, lograda entre gallos y medianoche, deja sin embargo impunes a los gestores de su entrada, su protección enfermiza y la mala utilización de la nacionalidad y servicio exterior de nuestro país para encubrir sus intromisiones en política interna y externa de otras naciones,incluida la nuestra, a un costo elevado y jamás justificado.

La libertad de expresión, tan coartada y maltratada por su coideario Correa, es hoy un logro innegable pero aún incompleto. El sesgo de las noticias, los trolls y la existencia de una prensa oficial, no pública, son ejemplos claros que aún falta camino por recorrer.

En cuanto al recorte del tamaño del estado, la última información refiere un déficit de más de mil millones para cerrar el presupuesto de este año únicamente. El “monito” emprendedor debería preguntarse por qué su país no le ofrece oportunidades de trabajo a sus padres, a su familia y a sus compatriotas,a pesar del ingente ingreso de dinero a las arcas fiscales. Y la respuesta rápida es que ese estado obeso que se autodenomina poseedor de todas las soluciones no tiene dinero para plasmarlas y es incapaz de reducirse a sí mismo por temor a perder su plataforma electorera, su poder clientelar, que ha convertido a la “meritocracia “ en una palabra vacía y mentirosa.

Mientras el gobierno siga en déficit, es imposible que los más necesitados reciban ayuda real y específica. La gran mayoría de dinero se queda en la burocracia, y el pueblo ingenuo sigue votando por sus hambreadores en espera de un mañana que nunca llega.

El endeudamiento y la carga excesiva de impuestos son los síntomas de un proyecto ideológico fallido que sus creadores no quieren reconocer. No podemos seguir agrediendo a la producción para mantener a un entramado de controles improductivos y desalentadores. Para que el emprendedor tenga éxito, tiene que tener facilidades reales para desarrollar, no cortapisas permanentes.

En la “cirugía mayor”, es obvio el desacuerdo entre los médicos. Mientras unos recomiendan una operación drástica, los otros se esmeran en esconder los diagnósticos. Mientras unos inician la operación, los otros la torpedean. Las ofertas de transparencia se ejecutan a medias, y dejan serias dudas por la doble moral que exponen ante el público. Si es mi amigo lo protejo. Si es mi enemigo lo sanciono.

De un gobierno francamente deshonesto hemos pasado a un gobierno medio honesto. No podemos estar satisfechos entonces. El País necesita un mandatario confiable e incorruptible, de decisiones firmes y sin titubeos, de apoyo a todos los “monitos” en sus primeros pasos para salir de la pobreza e iniciar su recorrido por la vida, sin requiebros ni frases de efecto sino con actos inconfundibles por parte del gobierno para permitir la apertura de nuevas oportunidades para el pais, no solo para los avivatos del poder, que siguen apostados en Carondelet para dar el siguiente zarpazo con las concesiones, los negocios petroleros y las licitaciones internacionales con empresas dispuestas a dejar propinas bajo la mesa.

Es una exigencia nacional que se inaugure la transparencia tanto en la información como en el manejo de los bienes públicos,antes de iniciar la carrera por las concesiones que desde ya apesta a negociado. Licenciado, hechos y no palabras. Claridad y no claroscuros. Definiciones y no titubeos. Eso queremos ver todos los ecuatorianos decentes. ¡Y somos más!

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