Once Upon a Time… in Hollywood

Carlos Jijón Jurado

Guayaquil, Ecuador

Hay muchas cosas que encontrarás frecuentemente en la filmografía de Quentin Tarantino. Entre ellas están referencias gratuitas a sus otras películas, cameos innecesarios, groserías y, más que nada, constantes pruebas de su amor a Hollywood. ¿Qué otro director haría una película de guerra donde los héroes son actrices, proyeccionistas y críticos de cine? ¿Qué otro escritor escribiría una cinta de terror donde el villano es un doble de riesgo desquiciado? Tomando en cuenta esto, no es sorprendente que su nuevo trabajo olvide todos esos elementos extra y se concentre en eso que le interesa en verdad: el cine.

Tarantino dijo en una entrevista que Once Upon a Time… in Hollywood es la cinta que nació para hacer, algo que no puedo discutir. Nunca va a haber otro vehículo más perfecto para que el cineasta pueda expresar su obsesión con el barrio titular. La película transcurre en Los Ángeles de 1969 y se centra en Rick Dalton (Leonardo DiCaprio), un actor en medio de una crisis profesional. El problema es que cada vez hay menos trabajo para él, famoso por interpretar a personajes heroicos en westerns televisivos. Ahora todo es moralmente gris y la ciudad está llena de hippies (que él aborrece). ¿Lo peor de todo? Su nueva vecina es nada menos que Sharon Tate (Margot Robbie), la estrella del momento que parece estar ahí como un recordatorio constante de lo irrelevante que es.  

Y esa es la película. A diferencia de otros trabajos del cineasta, que son predominantemente thrillers, esta es más como un slice of life, donde solo seguimos a los personajes en su día a día. Me imagino que esta decisión tendrá sus detractores pero no se me ocurre una mejor forma de conocer a los personajes, que son fascinantes. Junto a Rick está su doble de riesgo y mejor amigo Cliff Booth (Brad Pitt), que trabaja en Hollywood pero lleva una vida bastante sencilla en un remolque junto a su perro. Pitt, con un carisma inigualable, crea uno de los personajes más memorables en la filmografía de Tarantino. No es una persona muy pacífica y no parece tener muchos amigos aparte de Rick, pero hay algo noble y heroico en su persona que logramos apreciar cuando se encuentra casualmente con un sospechoso grupo de hippies que nosotros como audiencia sabemos es la ‘familia’ Manson.

En muchos sentidos la película muestra lo mejor que puede salir de una superproducción. El gigantesco presupuesto de cien millones de dólares es aprovechado de una forma maravillosa. Una buena parte fue invertida en la reconstrucción del Hollywood de la época, algo de lo que podrían aprender todas las otras películas que cuentan con el mismo dinero y se ven como producciones teatrales de tercera. También está el colosal elenco, que aparte de las estrellas ya mencionadas incluye a nombres como Al Pacino, Dakota Fanning, Margaret Qualley, Emile Hirsch, Kurt Russell, Bruce Dern, Lena Dunham y muchas, muchas personas más. Todos son excelentes y utilizados de una forma completamente justificada. En las dos horas y media de metraje llegamos a conocer bien a nuestros personajes ficticios pero también pasamos tiempo con una serie de personas reales como Bruce Lee, Steve McQueen, Roman Polanski y hasta Charles Manson. Más que nada vemos Hollywood no como una caricatura sino como lo que es, un lugar singularmente extraño e intrigante.

Es una experiencia bastante nostálgica. Los finales de los sesenta fueron una etapa de transición para el cine estadounidense y ahora nos vemos en medio de una parecida. Estamos entrando a una era donde una sola compañía controla casi todas las propiedades lucrativas y cada vez vemos menos películas originales en favor de infinitos remakes y una búsqueda de ganancias que nunca termina. El futuro cercano no se ve muy prometedor, pero por lo menos siguen existiendo películas como esta, llenas de pasión, esfuerzo y originalidad. Esas siempre seguirán ahí, ¿verdad?

¿Verdad?

Más relacionadas