El “caballero” don Bolsonaro

Jesús Ruiz Nestosa

Salamanca, España

En la reciente reunión del grupo G-7 que reúne a las siete potencias más industrializadas del mundo, el presidente brasileño Jaír Bolsonaro puso todo lo mejor de sí para demostrar aquello que precisamente no es: un caballero. Es decir, una persona educada, correcta, formal, respetuosa de los demás, comprensiva, que sabe callar cuando no es conveniente lo que tiene que decir.

La reunión se realizó en Biarritz, una pequeña joya de la costa marítima francesa, y el anfitrión, naturalmente, su presidente Emmanuel Macron, quien en la actualidad, juntamente con la alemana Angela Merkel, comanda la locomotora de la Unión Europea. Un detalle de su vida privada es que está casado con una mujer mucho mayor que él. Fue su profesora en los años de colegio, se enamoró de ella, ella de él, y apenas pudieron se casaron formando una familia muy bien avenida. Pues nada más verla, Jaír Bolsonaro no tuvo mejor idea que burlarse de la mujer y de Macron por tener una esposa 25 años mayor que él. La diferencia de edad no varía mucho de la que es frecuente que le lleve el varón a su esposa y nadie dice nada. Incluso hay hombres que le aventajan muchísimo más. Macron acusó el golpe, y en un mensaje de Twitter le deseó al pueblo brasileño que ojalá algún día tengan el presidente que en realidad se merecen.

Bolsonaro es un artista en desviar la atención del público. En ese caso el ofendido fue él, pero le exige a Macron que le pida pública disculpa porque lo trató de mentiroso al tiempo que afirmaba que el Presidente francés está en decadencia, que no disfruta del apoyo de su país y muchos etcéteras. Los días que siguieron a la reunión en la que se debió buscar equilibrios entre los dos más grandes deslenguados de la actualidad, el norteamericano Donald Trump y el inglés Boris Johnson, las cosas terminaron relativamente bien, incluso con algunos logros. Toda la prensa europea estuvo de acuerdo en alabar la actuación de Macron y lo bien que manejó todas las posibles situaciones de conflicto. La idea que salió fortalecido fue unánime.

Aquí no termina la cosa. El G-7 se comprometió a entregar al Brasil 20 millones de dólares para ayudar a la recuperación de la Amazonia después de haber sufrido incendios devastadores. Bolsonaro dijo que el Brasil “no acepta limosnas” y que, en todo caso, las disculpas de Macron deben ser previas a toda posible negociación sobre este dinero. Mientras tanto, en Brasil, quienes están trabajando en el tema de los incendios, le ruegan que acepte el dinero ya que hará falta para reparar el daño.

Bolsonaro, tan corto de inteligencia como de tacto político, defiende la idea de que los incendios han sido provocados por las ONGs que trabajan en el tema ambiental y forman parte de una gigantesca conspiración internacional para desestabilizar su gobierno. Lo que no entiende es que si bien la selva se encuentra en territorio brasileño, el aire que respiramos en Paraguay y también en Bangkok, en Minsk como en Tombuctú depende de ese gigantesco pulmón que produce oxígeno, que absorbe anhídrido carbono, que regula la humedad, la temperatura de ambiente y hasta influye en las corrientes marinas. Dejar todo este tesoro en manos de un testarudo al que no se le puede pedir que respete la naturaleza cuando es incapaz de respetar ni siquiera el matrimonio de los demás, debería de preocuparnos a todos.

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