El inmenso vacío

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

Es indudable que el cargo le quedó grande al lcdo. Su estilo tímido, bonachón y poco firme revela a diario su incapacidad por llevar al país hacia un rumbo cierto.

Llega tarde a todo. Se decide a actuar cuando los acontecimientos lo desbordan, y su reacción es más de relumbrón que efectiva. Justo es reconocer sin embargo que desarmar la maquinaria correista impuesta en los últimos años es tarea difícil, pero no es menos cierto que la tibieza en las decisiones es notoria y preocupante.

Además de una mayoría maleable en la Asamblea, la ausencia de definición en muchas áreas sólo aumenta la sensación de impotencia que agobia a los ecuatorianos. A pesar de los juicios y sus destituciones pírricas en la portada de los diarios, la absoluta ausencia de sanciones reales a los compañeros del partido y grandes responsables de la debacle no hacen sido aumentar el escepticismo de propios y extraños sobre las verdaderas intenciones del poder.

No hay firmeza ni voluntad política en un momento histórico que las requiere con urgencia. El país está acostumbrado a un líder, y no lo vislumbra en el actual mandatario. De allí los reclamos que, en distintos tonos pero con gran frecuencia, exigen acciones y eficacia en los distintos temas que interesan realmente al Ecuador.

El anuncio de decisiones trascendentales no viene desde la presidencia, sino desde los corredores, tanto por su ubicación como por el apuro de ganar puesto en los distintos proyectos. Determinaciones vagas sobre temas muy concretos e inmediatos no hacen sino crear suspicacias muy fundadas y jamás aclaradas.

Correa y su banda de maleantes parecen estar acorralados, pero la plaga está lejos de ser exterminada. Fue una jugada dictada por la supervivencia, no para limpiar al país de corrupción. Así transcurren las semanas, entre dos aguas, turbias ambas.

El país se rige por una Constitución y una maraña de leyes que favorecen a los sinvergüenzas y castigan al ciudadano común. El dogal impositivo es cada día más pesado e intervencionista, como fiel reflejo de un estado hambriento que no puede auto regularse.

Sí. La dirección ha cambiado, pero el fondo sigue vigente y preocupante. Se necesita definir estrategias en el mediano y largo plazo, cosa que no parece preocupar a un gobierno únicamente enfocado a terminar su mandato.

La falta de oportunidades y trabajo es una realidad angustiosa y sin respuestas. El IESS no puede solventar con eficacia y eficiencia las necesidades de sus afiliados. Es la tramoya de una obra remendada e inexpresiva, a la que asistimos los ecuatorianos mirándonos la cara unos a otros sin entender el argumento. Los países no quiebran, pero sus habitantes sí,y dolorosamente.


Urgen decisiones inaplazables y definitivas, licitaciones transparentes y beneficiosas, declaraciones públicas y significativas, antes que una verbena sin armonía ni músicos, destinada únicamente a hacer ruido sin proporcionar ni explicación ni alivio a los problemas de fondo.

¡Asuma la presidencia lcdo! Ya es hora que su voz se escuche clara y altiva, no entorpecida por las frases sueltas de los mayordomos de palacio y su silencio sobre los temas de fondo. Basta de admoniciones sin eco ni resultados. La función judicial, la legislación y la burocracia requieren una depuración inmediata para recuperar legitimidad en un entorno agobiado por la corrupción y la desidia.

Si no lo hace, y rápido, su poca popularidad seguirá descendiendo a niveles insostenibles. ¡Es ahora o nunca! O el inmenso vacío que caracteriza la ausencia de decisiones tendrá, en el juicio de la historia, su nombre y apellido.

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