El diccionario Trump-Bolsonaro

Jesús Ruiz Nestosa

Salamanca, España

Se habla con bastante certeza que se proyecta una alianza entre Donald Trump y Jair Bolsonaro, aunque no se han aportado muchos detalles en qué habrá de consistir ni cuáles serán sus términos. Teniendo presente las características personales de cada uno de ellos no es muy difícil imaginar dentro de qué límites se producirá el encuentro ni cuáles serán sus objetivos.

Una de las principales características de ambos puesta de resalto por la prensa mundial es la facilidad y la libertad con que manifiestan sus sentimientos, incluso aquellos que una persona medianamente educada se cuida muy bien de expresar en público. Para ser directo, la facilidad con que insultan a quien tienen adelante, no importa quién sea.

La lista de gente insultada por Donald Trump es bien larga: desde el presidente chino o el norcoreano hasta un humilde ciudadano afronorteamericano que tuvo la mala suerte de estar donde no debía en presencia del mandatario republicano. Atrás de él, esforzándose por igualarle en méritos, viene apretando el acelerador Jair Bolsonaro. No sólo se deshizo en elogios de torturadores durante la dictadura militar brasileña, sino ahora se ha metido con Michelle Bachelet y aprovechó para elogiar el golpe de Estado de Augusto Pinochet. No hay que olvidar que, aprovechando la presencia del presidente paraguayo Abdo Benítez en Brasil, mostró sus simpatías por Stroessner.

A esta altura de los acontecimientos es de desear que no se le ocurra a Ángela Merkel invitarle a Bolsonaro a visitar Alemania, porque sobran motivos para pensar que apenas pise suelo berlinés ensaye algún elogio a Hitler. Así como va la lista de sus personajes admirados no sería de extrañar que lo haga.

A donde quiero llegar después de esta larga introducción es al vergonzoso papel que le tocó hacer en la última reunión del G-7 en la ciudad de Biarritz (Francia), donde se encontraban los mandatarios de los siete países más industrializados del mundo. Al ver Bolsonaro que el presidente francés, Emmanuel Macron, está casado con una mujer veinte años mayor que él, no se le ocurrió nada mejor que burlarse de esta situación. De haber sido lo contrario, de ser Macron el que le llevaba veinte años a su mujer, se hubiera deshecho en elogios; estoy seguro de ello.

Esto fue, sin embargo, algo más que una lamentable grosería, y como una cosa lleva a la otra, terminó enfrentándose a Francia. El siguiente paso fue más grave: se envalentonó por el tema de la Amazonía que hoy preocupa a todo el mundo. Menos a Donald Trump que no cree en el calentamiento del planeta. Pero Bolsonaro habrá pensado que podía tratar despectivamente a los franceses como nos trata a los paraguayos. Lamentable error cuyas consecuencias pagarán no sólo los brasileños sino también argentinos, uruguayos y paraguayos.

Después de veinte años de negociaciones, por fin se había conseguido llegar a un final positivo, logrando una alianza entre la Unión Europea y el Mercosur. No sé si la gente tiene claro lo que es la Unión Europea y lo que significa su mercado: 27 países (sin Reino Unido que se irá a fines de octubre) entre los cuales se encuentran los más ricos del mundo. Y nosotros, Paraguay, un país pequeño poco menos que perdido en el mapa, podríamos entrar a negociar con todos ellos. Pues eso, gracias a la boca sucia de un ex militar que no superó todavía el lenguaje utilizado entre la tropa, se ha convertido en humo. Francia se opone férreamente a que la Unión Europea pacte ninguna alianza con el Mercosur. Ríase señor Bolsonaro de la mujer de Macron, restriéguele por las narices a los franceses la selva amazónica y pídale prestado a Trump su diccionario de insultos que las consecuencias las pagaremos todos.

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