Soluciones rápidas vs. soluciones justas

Julia Barreiro Tuset

Guayaquil, Ecuador

Los pro choice abogan por el aborto como la libertad de las mujeres para decidir sobre mantener vivo o no, en nuestro útero, a otro ser humano; para elegir ser madres. Estas posturas las presentan como un supuesto progreso en materia de derechos humanos.

Sin resquemor alguno, han optado por manejar dos alternativas: el niño por nacer (cigoto, embrión o feto) no es un ser humano, y en esta deshumanización, se lo despoja de sus derechos; o sí, es un ser humano, pero en un proceso sui generis de evaluación, deciden que su valor es inferior al de la mujer.  

No voy a ahondar en la necedad de quienes refutan la biología básica. No cabe duda: el niño por nacer es diferente a su madre, aunque dependiente de ella por años. Luego, cuando en la escala de valor se nos puntúa mejor que al bebé por nacer, se nos faculta a deshacernos de la vida que crece en nuestro útero, y crecería fuera de este también.

En esta línea, la decisión de ser madres es exclusiva de la mujer, excluyendo a nuestros pares del derecho de elegir la paternidad. Entonces la tesis de estas corrientes se empata con la convicción de que a la mujer le asiste la potestad de elegir sobre su cuerpo (entiéndase el del bebé por nacer).

Es común encontrar personas que, cuando se encuentran cortos de argumentos, llevan la discusión a casos muy puntuales. Por estos casos particulares se ha abierto el camino del debate sobre la despenalización del aborto. Trato de no referirme únicamente al aborto por violación, porque así las otras causales están camufladas, obviadas casi por completo en el debate público, incluso cuando también presentan contextos complejos. Sin embargo, voy a puntualizar aquello que no lo puede cambiar ni siquiera mi realidad – usualmente útil para descalificar mi opinión – con menos oportunidades de las que quisiera, y más de las que necesito: el aborto no castiga al violador; tampoco garantiza el bienestar de la víctima.

Frecuentemente escucho a quienes abogan por el aborto reducirnos a lo más miserable de la especie humana, por “forzar” a niñas abusadas a ser madres. No es la descontextualización de situaciones desoladoras aquello que motiva a rebatir estas causales, pero su aplicación no deja de generar preocupación, a quienes creemos en los derechos consagrados en la Constitución del niño por nacer, pues tales causales, pueden convertirse en una vía para facilitar el aborto.

Genera interrogantes: para condenar a un violador a la cárcel, debe mediar una denuncia y elementos probatorios que demuestren el hecho. Para condenar al bebé por nacer a muerte, ¿debe mediar los mismos elementos?, ¿cómo nos aseguramos de que el abusador no esté patrocinando un aborto especialmente conveniente para él? Para que se configure la inseminación sin consentimiento ¿basta con la simple declaración de la mujer que asegure haber sido fecundada de este modo?

Si buscamos progresar en derechos, debemos progresar en justicia: buscar dar a cada quien lo que merece. ¿Es la muerte lo que el bebé concebido en situaciones complejas merece? En términos generales, ¿es justo que el bebé por nacer sea sujeto de derechos, según lo que su madre sienta por él/ella?

La despenalización del aborto no busca que todas las mujeres puedan escoger ser madres cuando se encuentren en una realidad trágica; porque este expedito recurso deja sin la misma opción a aquellas hoy invisibilizadas que, en un escenario idéntico, no consideran el aborto una alternativa. Para ellas no hay solución. Si fuera este el objetivo, estuviera debatiéndose con el mismo ímpetu la legalización de la adopción desde el vientre. Pues son incontables los testimonios de mujeres que, habiendo tomado la desesperada decisión de abortar, la han descrito como una experiencia traumatizante. Indudablemente, muchas preferirán una opción menos violenta.

Ciertamente, la vía más rápida para que una mujer –  en el abanico de circunstancias en las que pueda encontrarse – deje de estar embarazada, es abortar. Pero rápido no es justo. Lo justo, muchas veces, es complejo y toma tiempo. Más fácil puede ser despenalizar el aborto (hoy por cinco causales más, mañana por ¿ocho, diez?), o a la larga legalizarlo, que recomponer nuestro pobre sistema judicial, castigar severamente a violadores, bloquear sus derechos como progenitores, estructurar correctamente nuestro sistema de adopción, y garantizar la reparación integral a la víctima. Más fácil es deshacerse de niños por nacer, que garantizar la educación y oportunidades económicas, que hagan menos difícil para muchas mujeres, la extraordinaria tarea de ser madres.

Propongo un ejercicio: pregúntele a cinco partidarios de la despenalización del aborto, si también están de acuerdo con la mujer que no quiere ser madre, porque no está en la situación económica ideal. En mi caso, cuatro de estos cinco partidarios, aprueban esta salida rápida, también en este escenario.

¿Estamos dispuestos a sumar causales para facilitar el aborto? ¿O estamos comprometidos a buscar re estructurar sistemas obsoletos, y garantizar la protección de todas las víctimas que resulten de la ecuación de una situación adversa, incluido el bebé por nacer?

@JuliaBarreiroT

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