Arroz chino

Hernán Pérez Loose

Guayaquil, Ecuador

El caso de los sobornos 2012-2016, mejor conocido como Arroz Verde, es quizás el más emblemático caso de corrupción organizada en el Ecuador que ha logrado ser procesado por la justicia. El caso involucra a una veintena de empresarios que, según ellos, inocentemente dieron contribuciones al partido de la mafia correísta y que, coincidentemente, según ellos, resultaron que tenían o llegaron a tener contratos con el sector público.

El esquema de corrupción no es muy original, obviamente. Se lo puede encontrar a lo largo de la región y en algunos países desarrollados. Se trata de contribuciones políticas ilegales a cambio de obtener contratos financiados con fondos públicos. La diferencia es que en otros países ya estarían presos estos malhechores, ya se les habrían impuesto tremendas multas, ya se les habrían rescindido sus contratos y ya estarían en una lista de empresarios con los que el sector público no puede contratar.

Claro que algunas de estas sanciones serían reducidas si colaboran con la justicia para descubrir otros delitos. Ah, cierto, y a los jueces les importaría un bledo si el día en que simplemente se va a dictar el veredicto (en algunas partes por un jurado), uno de los abogados diga que no puede ir a escucharlo por estar mal del estómago. A esas alturas el derecho de defensa del acusado no se ve afectado porque a uno a sus varios abogados les viene mal de estómago.

Pero, en todo caso, al margen de estas y otras vicisitudes –como esa de que uno de los acusados logró arresto domiciliario como cautelar beneficiándose de un beneficio que se concede básicamente a mujeres embarazadas o el intento de parte de algunos miembros del CNE de ayudarlo al jefe de la mafia con un informe favorable o, como la que mencionamos, de postergar por un mes la lectura del veredicto por el mal de estómago de un par de abogados– al margen de estas vicisitudes, decíamos, esperemos que el tren de la justicia no se descarrile.

Pero Arroz Verde no es el más grave esquema de corrupción nacido de las entrañas malolientes del régimen más corrupto de nuestra historia.

En el concurso de belleza de la corrupción correísta, la cuantía de Arroz Verde es relativamente modesta. Más grave es, por ejemplo, el affaire del entramado de relaciones con China y la forma de triangular los préstamos para financiar el presupuesto, el petróleo y su corrupto esquema de comercialización. Todo un país ha terminado encadenado y secuestrado por una pandilla de mafiosos que sangran las arcas fiscales y tienen bloqueado todo intento de renegociar la deuda china porque ello afectaría sus comisiones. (Basta ver la diferencia con el convenio petrolero con el Perú…). El caso del arroz verde es ciertamente un enanito junto al caso del arroz amarillo. ¿Qué dice la oposición? ¿Existe la oposición? ¿Cuándo investigan, cuándo hacen algo? ¿O les parece bien que ese esquema de corrupción siga nomás?

Y así corren los días, sentados bobamente sobre un volcán a punto de erupcionar. (O)

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