Bolivia, la revolución recién comienza

José Brechner

Que los bolivianos lograran hacer renunciar a un dictador sin necesidad de acudir a las armas es un acontecimiento singular cuando la violencia es la única carta que aparenta ser efectiva para deshacerse del extremismo.

Lo más parecido a lo sucedido en Bolivia, el país que ha sufrido la mayor cantidad de golpes de estado, fue la Revolución de Terciopelo liderada por Václav Havel en la República Checa.

Desafortunadamente, en Bolivia no hay un Václav Havel y los bolivianos no son checos. La revolución recién comienza y, en vez de terciopelo, habrá arpillera.

Bolivia se deshizo temporalmente de un dictador que obedece ciegamente a sus amos cubanos, venezolanos e iraníes. Ahora se plegaron al juego sus socios los peronistas argentinos.

El ex gobernante boliviano, Evo Morales, es un individuo ignorante, abusivo, autoritario ni corazón, pero es un buen aprendiz. Acata las órdenes de sus jefes (todos ellos delincuentes) al pie de la letra.

Muchos lo vanaglorian porque durante sus casi 14 ilegales años de gobierno, la economía boliviana creció y el cambio monetario se mantuvo estable. Lo que pocos comprenden es que eso se debió a que los “socialistas” recogieron los frutos del gobierno previo de Gonzalo Sánchez de Lozada, un erudito en las finanzas, que sentó las bases de una economía moderna y sana y puso a Bolivia en una posición de privilegio frente a sus pares.

Los dictadores no tocaron las reformas económicas introducidas por el liberalismo, con la excepción de estatizar parcialmente las empresas productoras de materias primas más rentables en una época de bonanza para América Latina, de ahí el inmerecido éxito atribuido a Morales.

Cualquiera que piensa que Evo o alguno de sus ministros entiende algo de economía, nunca escuchó al dictador y su gabinete. Incompetentes caraduras que utilizaron los fondos del tesoro público y la cocaína para enriquecerse y cubrir huecos en las finanzas del estado.

La situación actual de Bolivia es extremadamente endeble. Se fueron el presidente y el vicepresidente, pero dejaron intacto y funcionando a su estado mayor. Evo Morales y Álvaro García Linera están conspirando desde el exterior, siguiendo el manual castrochavista para retornar velozmente.

El poder legislativo está bajo control del MAS (Movimiento al Socialismo) el partido de Morales, artífice del fraude electoral que obligó a su renuncia. También ha sido el que aprobó las leyes antidemocráticas que respaldaron a su gobierno totalitarista.

El congreso nacional debió ser clausurado y los congresales del MAS enjuiciados. Simultáneamente el MAS tenía que haber sido proscrito. Todavía hay tiempo de hacerlo, si no, la arremetida de los neocomunistas con el apoyo de terroristas y mercenarios locales y extranjeros está a corta distancia.

Bolivia, siendo un país donde el caos ha sido el común denominador de su historia, ha dado un ejemplo de cordura democrática no experimentado en el pasado, no obstante, a menos que se tomen medidas de fuerza para protegerla, ésta no perdurará.

El promotor de la pacífica revolución fue un hombre joven, Luis Fernando Camacho, que se perfila como posible candidato a la presidencia. Su mayor debilidad es que no tiene experiencia política ni partido. El movimiento que lideró fue de carácter cívico. En el otro lado del ring, están los castrochavistas que son maestros en política y trampa.

Muchos bolivianos hablan de dar espacio a las nuevas generaciones, lo cual de por sí es un error. Las nuevas generaciones se deben ganar su espacio. Que alguien sea joven no es atributo suficiente para ejercer ningún cargo en el que se juega la vida un país en profunda incertidumbre y peligro de guerra civil.

Los extremistas, los autoritaristas fanáticos, ideológicos y religiosos, que no respetan al prójimo y sus derechos, están incrustados en todas partes imponiéndose sobre la razón, el sentido común y la inteligencia. Lo que suceda en Bolivia en los próximos meses puede marcar el retorno a la sensatez o a la confrontación física no sólo en Bolivia, sino en América Latina.

La democracia o el sistema electoral democrático, después de 2500 años de su establecimiento en Grecia, está en crisis. El principio fundamental que debería primar en cualquier estado libre, es que no se puede usar la libertad para destruir la libertad como tampoco se puede usar la democracia para destruir a la democracia. Los que no se acomoden a este principio, merecen la cárcel.

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