Juego de tronos

Diego Montalvo

Quito, Ecuador

«El día había amanecido fresco y despejado, con un frío vivificante que señalaba el final del verano. Se pusieron en marcha con la aurora para ver la decapitación de un hombre…». De esta forma, luego de un brillante prólogo que hará deslumbrar al lector, comienza Juego de tronos. Canción de hielo y fuego I de George R.R. Martin. No solo se trata de una las mejores sagas de fantasía del siglo XXI (éxito que compartiría junto a Harry Potter cuyo inicio se dio a finales del siglo XX). Ecuador, en sí mismo, parece haber regresado a la época de las cruzadas donde valía el apellido de una casta, el tipo de caballo que un guerrero cabalgaba o que una guerra dependa de una mágica espada que represente en sí misma toda una leyenda como Excálibur.

Los socialcristianos: Cinthya Viteri y Jaime Nebot  (la casa Lannister), Creo y Nosotros: Guillermo Lasso y Andrés Páez (los Stark), Alianza País: Lenin Moreno y María Paula Romo (los Targaryen, cuya crónica en Poniente es la más larga de todas), los Izquierda Democrática: Paco Moncayo y Rodrigo Borja (cuya sucesora más directa es Wilma Andrade) les corresponde ser la casa Tyrell, los Fuerza Ecuador: la dinastía Bucaram (la casa Greyjoy) y finalmente Pachakutik, FUT, los ex MPD, CONAIE y el Partido Socialista Ecuatoriano (los Caminantes Blancos) surgen de los helados corazones y los muertos revividos sin memoria y empuñan la espalda del radicalismo. El Rey Loco y sus vasallos (Rafael Correa y toda la RC) han caído y su dinastía de tiranía y crímenes sin resolver parece haber llegado a su fin.

El Trono de Espadas (el Palacio de Carondelet) está libre y los actuales Targaryen —así como los antiguos— parecen haber perdido poder. Los Lannister desean hacerse con el liderazgo como en glorias donde el León rugía sobre Poniente (Ecuador). Los Stark, más demócratas y humildes buscan alianzas con otras castas para poder llegar al Trono usurpado ilegalmente por el Rey Loco y su ejército de Dragones Verdes que llevaron consigo miseria, caos y corrupción. Su relato culminó escogiendo a un sucesor de forma ilegítima. Quizá el nuevo tablero político se mueva de manera muy distinta a como se pensaba. Dragones, Leones, Lobos y Krákens se enfrentarán de nuevo en un año. Las neblinas del populismo sigue latente y los Caminantes Blancos, que salen de las heladas montañas y cuya corona de ave transformada en un horrible cuervo negro, querrán el poder absoluto por la fuerza. Las alianzas serán necesarias y las circunstancias mostrarán quién es quién al final.  

Ecuador reescribirá de nuevo su propia crónica a modo de una Canción de Hielo y Fuego. Una pandemia azotó a todo el mundo. La sociedad no será la misma, la pregunta es ¿lo serán igualmente los políticos? Los periodistas —como los antiguos escribas— narrarán estos cánticos de cerca. Todos seremos testigos de cómo Ecuador surja o se hunda y cuya historia se verá si es digna o no de contarse. ¿Quién será digno de levantar su bandera al fin y comandar nuestros destinos por cuatro años más?

La banda sonora de Juego de Tronos  ya suena sobre los altos del Ecuador. Los caballos están listos, las traiciones ejecutadas, los soldados entrenándose aún más, las estrategias montadas desde cada rincón, las alianzas aún pueden estar inconclusas. Muchas jugadas se han hecho notar fuera de tiempo, pero el camino está trazado donde cualquiera puede ser el próximo sucesor y mirar como un motor social, económico, intelectual y productivo se mueve bajo un nuevo mundo que está por renacer.    

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