Lecciones de ‘The Last Dance’ y Michael Jordan

Samuel Uzcátegui

Quito, Ecuador

The Last Dance es una docuserie de 10 episodios producida por ESPN, que se puede encontrar en Netflix, donde se cuenta la historia del último de los seis campeonatos que ganaron los Chicago Bulls antes de la retirada de Michael Jordan. Con imágenes de primera mano y entrevistas exclusivas se muestra cómo pensaba y enfocaba su vida Mike mientras estaba en la cúspide deportiva. Es una gran producción documental para lograr entender el fenómeno Jordan y el reinado que construyó junto a sus compañeros y el cuerpo técnico de los Bulls. Cualquier persona, independientemente de que le guste o no el basketball, sabrá apreciar una pieza como ésta y absorber todo el conocimiento que brinda sobre uno de los mejores deportistas de toda la historia, y en su defecto, uno de los mejores equipos. De igual forma, la serie muestra la verdadera cara de Michael Jordan, y deja distintas lecciones tanto positivas como negativas sobre lo que es ser un buen líder, la importancia del trabajo en equipo y la competitividad tóxica.

El éxito de Michael Jordan es palpable y no se puede negar, pero los métodos para lograrlos son más que cuestionables. Encontronazos con compañeros que terminaban en golpes, presión verbal y psicológica con los jugadores que creía que tenían potencial, problemas con la gerencia del equipo y una actitud vengativa de la que se nutría para destruir a cualquier contrincante que se interpusiera en su camino. En los deportes esto no es nuevo, Mike no es el único con fama de ser tirano, y se podría pensar que a otras estrellas le faltó ese componente de malicia para alcanzar la gloria. Es una analogía que solo aplica exclusivamente para lo deportivo. Disciplinas que requieran competencia de alto rendimiento y la lucha por alcanzar un objetivo único.  Steve Jobs tenía fama de ser un líder autoritario en el sector de la tecnología y es ampliamente criticado por ello. Siempre habrá otra manera de lograr lo que se considere como éxito, el maltrato nunca será justificable así dé resultados.

El accionar de Jordan no es una filosofía de vida; la imagen del líder tóxico que consigue sus objetivos con mano dura ya ha causado muchos daños, incluso ha destruido países.  Espero que quienes vean este documental y estén en una posición de liderazgo no crean que la actitud tiránica de Mike va a rendir frutos en un ambiente corporativo, una institución académica, un grupo artístico e incluso en una labor del sector público. Jordan no es más que un ejemplo de un trabajador nato, un excelente atleta que supo capitalizar de su talento y un amante de la competencia. Una de las razones por las que sus medios funcionaron fue porque tenía talento para respaldar esa actitud, dicho por él mismo en el episodio 7 de la docuserie y avalado por sus compañeros.

Incluso hay un segmento poderoso donde habla de su reputación y la percepción que tienen muchos de que él es una mala persona por su forma de actuar dentro de la cancha, reconociendo sus excesos. Lo admirable de Jordan y las lecciones que sí pueden aplicarse a la vida diaria son su capacidad de evitar que su enorme ego lo desviara de su prioridad, su versatilidad y la posibilidad de convertir pequeñas derrotas en grandes triunfos, aunque su motivante en muchos casos para llegar a tales triunfos era la venganza y el resentimiento.

Y sí, la estrategia de Jordan sirvió, ganaron 6 anillos de la NBA, nunca perdieron una final y supieron derrumbar a los rivales que trataban de destronarlos y disuadir las críticas de la caída de su hegemonía, pero no fue por la razón que creen. El verdadero equilibrio de ese equipo es Phil Jackson, quien entrenó a los Bulls por 9 años y es considerado por expertos como uno de los mejores entrenadores de toda la historia. Su filosofía no era machacar a la plantilla en cada sesión de práctica ni destruir el autoestima de quienes no estaban haciendo cumpliendo bien su rol. Aplicaba conceptos del budismo y metodologías para unificar al equipo. Trabajaba el cuerpo, pero también la mente, y nunca abandonó su sistema de jugada colectiva llamado ‘el triángulo’, a pesar de tener al jugador más talentoso de la liga en su plantel. La táctica de cualquier otro técnico habría sido darle el balón a Jordan y que él resuelva. Jackson no hizo esto y le dio protagonismo al resto de jugadores, perfeccionando la dinámica del trabajo en equipo y apartando a MJ de su competitiva necesidad de perseguir reconocimientos individuales.

Era un hombre benévolo que le puso límites a Jordan, llegando incluso a expulsarlo de un entrenamiento cuando tuvo una discusión subida de tono con uno de sus compañeros. Tenía en su plantilla a jugadores conflictivos y difíciles de tratar como Dennis Rodman, con un historial de indisciplina y una vida que para el momento era escandalosa. La solución no fue cercenar sus libertades, descartar al jugador por completo o encerrar a Rodman en una caja para que rindiera bien en la cancha y no se desconcentrase. Jackson conectaba con cada uno de sus subordinados y armaba estrategias para comprometerlos a cumplir su rol sin renunciar a su verdadero ser, llegando a pequeños acuerdos con cada jugador y motivando con refuerzos positivos a los cuestionados por el tribunal de la opinión pública, apaciguando la tensión en el vestuario. Sabía encontrar y potenciar el valor que cada persona podía traer a la mesa. Eso sí es liderazgo, no la falacia del amor duro que se le atribuye a Jordan.

Probablemente la nueva generación de deportistas que vieron este documental estará repleta de mini-Jordans que creen que ser un déspota es la fórmula para el éxito. Y sin ir muy lejos, habrá quienes adapten la filosofía de Mike a un ambiente diferente y crean que gritarle a un compañero de trabajo o de estudio cuando haga mal su labor lo va a hacer mejorar. Spoiler alert, no lo hará, e incluso podrá hacer que la persona pierda pasión o interés por lo que está haciendo gracias a ese tratamiento hostil.

Los invito a ver The Last Dance y llegar a sus propias conclusiones sobre las distintas vertientes de conversación que desprende. Además, es una gran docuserie digna de análisis y un disfrute garantizado para quienes aprecian la pasión del deporte, o quienes quieran conocer más al caso de estudio que es la figura de Michael Jordan y los Chicago Bulls de los 90’.

Más relacionadas