Ombliguismos

Samuel Uzcátegui

Quito, Ecuador

Con las multitudinarias protestas que se están dando en Estado Unidos y en distintos países del mundo para mostrarse en contra del racismo y la brutalidad policial, tras el asesinato de George Floyd, he visto en redes una nueva ola de ombliguismo con la que ciertos personajes elucubran y conspiran sobre los hechos en desarrollo. Análisis hechos desde la ignorancia, que desestiman una causa para sacar beneficios, políticos y económicos. Lecturas y discursos vacíos, pero ricos en impresiones en Twitter. Me pregunto por qué será. ¿A quién tratan de engañar?

He leído desde portales de ‘analistas’ con una plataforma importante que el dictador Nicolás Maduro es el autor intelectual de los saqueos y la escalada de violencia en un sector de los protestantes en Estados Unidos. Un comentario similar fue hecho por el diputado opositor Julio Borges en su cuenta de Twitter, usando como prueba fehaciente una foto del mercenario de la información—no le doy el gusto de llamarlo periodista— Max Blumenthal, que estuvo presente en las protestas en Washington utilizando una camiseta con los ojos del golpista Hugo Chávez.

Entiendo la necesidad de remarcar el peligro que Maduro representa para la región, pero ¿de verdad creen que un tipo que no puede ni controlar un enfrentamiento entre dos bandas delincuenciales en Petare va a ser el mastermind detrás de las protestas en EE. UU? ¿A eso hemos llegado? El chavismo solo es capaz de orquestar enfrentamientos hacia gente desarmada e inofensiva. Por eso son expertos en ejecuciones extrajudiciales, donde plantan evidencias en gente inocente para contarlas como bajas en combate. No los empoderen más de la cuenta. Demonicen a la cúpula chavista por lo que son, no hay necesidad de inventarles crímenes.

Hacer tal aseveración es contraproducente. Primero, se desestima la causa en contra de la discriminación racial con conspiraciones sin sentido. Segundo, se fortalece al régimen atribuyéndole facultades que no pueden ser más lejanas a la realidad. Y tercero, en el proceso promueven la xenofobia hacia el venezolano al asumir que todos son agentes pagados por el PSUV para avivar el descontento y promover la destrucción en las manifestaciones.  

Lo mismo ocurrió en Colombia, Chile y Ecuador durante las protestas en el 2019. El discurso de estos analistas se dedicó a poner un blanco en la espalda de los migrantes al catalogarlos como potenciales chavistas desestabilizadores. Después, las autoridades asumieron la misma narrativa y se institucionalizó la xenofobia con detenciones arbitrarias a migrantes inocentes. Ninguno de ellos pagó los platos rotos por las consecuencias de sus acciones. Con sus miles de retweets y sus nuevos seguidores les bastó. Es una estrategia infalible que se convierte en rutinaria. Y causa más rabia cuando la ignorancia (consciente y maliciosa) viene de quienes dicen defender los derechos de los venezolanos.

No voy a justificar la destrucción de la propiedad privada y los saqueos, pero acusar de chavistas a quienes protestan en Estados Unidos es exactamente lo mismo que hace la dictadura cuando acusa a los manifestantes en Venezuela de ser imperialistas financiados por la CIA. El accionar es idéntico, y la comparación aplica también para quienes defienden la represión y el uso desmedido de la fuerza para dispersar las protestas. Si usted está en contra de las violaciones de los derechos humanos por parte de la dictadura en Venezuela, pero está a favor del uso de procedimientos similares cuando se aplican en otros países, revísese. Y viceversa. De pensar así, lo más probable es que entonces no esté en contra de las dictaduras, sino que quiere tener una que actúe a su favor.

No todos los manifestantes son saqueadores, y no todos los saqueadores son manifestantes. Siempre habrá uno que aproveche el ritmo de una manifestación para incitar a delinquir, y quienes sucumban ante el deseo de robar y sacar beneficios materiales de una protesta son los que tienen responsabilidad criminal. No los que salieron a marchar pacíficamente. Van más de 20 años viviendo bajo un régimen que incita a la deshumanización de los opositores para justificar la brutal represión, y cuando ven que ocurre en otro país no desaprovechan la oportunidad para copiar sus estrategias.

¿Hay grupos políticos utilizando las protestas para promover ideales y ganar adeptos? Eso es obvio, siempre va a ocurrir, y debe ser señalado y criticado. Pero es ombliguista pensar que Maduro está involucrado y es el autor intelectual de todas y cada una de las situaciones en el mundo habidas y por haber. Es ombliguista analizar con una lupa latinoamericana lo que ocurre en Estados Unidos y negar o desestimar los clamados de los protestantes. Ese es el síndrome del politólogo en el que muchos hemos caído, me incluyo, pero debemos reconocer dichos errores y mejorar. Sé que muchos estamos traumados por lo que vivimos en Venezuela y tomamos acción para evitar que la historia se repita en nuestros nuevos países de residencia, acción que secundan quienes se solidarizan con nuestra causa, pero hay que curarse de la ignorancia y no caer en desinformaciones. Sin banalizar ni simplificar las luchas de los demás.

 Se pueden comparar escenarios, discursos, compartir experiencias—sin tomarlas como la verdad absoluta— y tratar de contribuir a la conversación desde distintos medios. Si no sabemos que sentimos al respecto, siempre podemos tomar el asiento trasero en la discusión y educarnos antes de apresurarse en sacar conclusiones. No caer en lugares comunes y hacerle el juego a quienes promueven una agenda disfrazada de análisis “riguroso”, solo porque sentimos que debemos asumir un bando frente a absolutamente todo lo que ocurre.

Hay que aprender a mirar más allá de nuestra realidad. Más allá de nuestra burbuja. Más allá de nuestras creencias. Y por más que sea una palabra que toque fibras, más allá de nuestros privilegios.

Analizar con cabeza fría y tomar en cuenta todas las partes, así no estemos de acuerdo con algunas. El ombliguismo solo nos lleva a hacer el ridículo y a convertirnos en portadores y promotores certificados de la inepcia. Basta de eso.

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