El milagro agroexportador peruano

Juan José Pons

Guayaquil, Ecuador

Debemos superar la depresión que nos da estar inmersos en las pandemias del Covid-19 y la corrupción campante y dirigir nuestra atención a hechos motivadores que levanten nuestra fe en el futuro.

Durante los últimos días ha circulado por la redes un video, The Den, que nos enseña el maravilloso desarrollo del norte del Perú convirtiendo un desierto en en tierra productiva; esto, sumado a la información sobre el crecimiento de las agroexportaciones peruanas y su diversificación, son noticias que deben ser estudiadas por todos los que dirigen nuestro país: políticos, académicos y gremios de la producción.

Hoy el Perú es líder mundial de la exportación de banano orgánico, arándanos, espárragos, uvas, aguacates y otros más. Productos de los que no tenía producción hace una década o eran incipientes en zonas y tierras que no tenían vocación agrícola, generando empleo y divisas que, como nos ha demostrado su capacidad económica de enfrentar el Covid-19, les ha dado la fortaleza de tener grandes reservas monetarias y de invertir 12 mil millones de dólares en la reactivación de su economía.

Perú también ha estado sumido en terribles actos de corrupción que tiene a cuatro presidentes sindicados, prófugos o presos y uno trágicamente suicidado. También se denuncia permanentemente un sector político y judicial corrupto, sin embargo ha mantenido un rumbo económico que le ha dado estabilidad macro y microeconómica y, a pesar de todo, generado confianza para grandes proyectos de inversión tanto doméstica como extranjera.

De una revisión superficial se deduce que todo empezó con las reformas constitucionales de 1992. generadas por Fujimori, y los ajustes legales posteriores generados por Toledo, Garcia y Humala, que a pesar de todos los vaivenes de la política y los hechos de corrupción que los castigó, permitieron que el curso económico virtuoso se mantenga y logre los objetivos que la ciudadanía honesta, trabajadora y emprendedora querían.

Los ecuatorianos debemos estudiar el modelo peruano objetivamente para emular aquello que es positivo descartando los hechos de corrupción. Optimizar nuestra capacidad productiva y competitiva con sostenibilidad para diversificar nuestra oferta exportable con un auténtico cambio de la matriz productiva que empieza por crear el marco jurídico de libertades económicas con justicia social,  con intervención facilitadora del estado y no con una intervención estatal que crea oportunidades para la corrupción, privando a los ciudadanos de una igualdad de oportunidades para crear riqueza, en un entorno de confianza generada por seguridad jurídica sin corrupción.

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