Nada que celebrar

Samuel Uzcátegui

Quito, Ecuador

Hoy, 5 de julio del 2020, se cumplen 209 años desde la firma de la declaración de independencia de Venezuela en 1811. Lamentablemente, no hay nada que celebrar. Esa independencia se perdió en 1999, pero no hubo firma de por medio y muchos viven con el engaño de que aún somos libres e independientes. Venezuela pasó de ser un ejemplo de la lucha por la libertad y precursora de la instauración del modelo republicano en la región, a convertirse en un peligro internacional para todo lo que representó la firma de esa acta dos siglos atrás.

Venezuela está quebrada. Cada vez queda menos de ella. Y no veo como una fecha como ésta puede ser celebrada entendiendo las condiciones en las que está sumergida desde hace un buen rato, gracias al golpista de Hugo Chávez y Compañía. ¿Cómo se celebra la independencia en un país cuyo futuro está subastado a Rusia, Irán y China? ¿Cómo se celebra la independencia cuando hay agentes cubanos infiltrados en todas y cada una de las instituciones que algún día llamamos democráticas? ¿Qué independencia existe en un país que ha obligado a más de 5 millones de venezolanos a irse? ¿Qué independencia hay en dictadura?

No encuentro respuesta a ninguna de esas preguntas. Venezuela no es independiente, y la celebración de hoy solo debe estar limitada al recuerdo de lo que alguna vez fue como país, que jóvenes como yo nunca pudimos ver porque nacimos y crecimos en la cuna del chavismo. Venezuela no es independiente, es un país que tiene dueños. Los aliados ideológicos del chavismo son dueños del país, pero les parece más importante denunciar con golpes en el pecho los ataques por parte del “imperio estadounidense” a una soberanía que no existe. Se les más fácil denunciar una injerencia norteamericana inexistente que reconocer la extensa lista de países antidemocráticos que meten la mano en el fuego por Maduro.

Lo único que recordaré en esta fecha son las ocupaciones rusas, chinas, iraníes, cubanas y paramilitares en nuestro territorio. Y también, a esos militares con décadas de ‘servicio’—a sí mismos— que prefirieron bastardear todos los valores de las Fuerzas Armadas y disparar a su propia gente, solo por mantener en el poder a aquellos que les dan millonarios beneficios económicos. La historia los juzgará por permitir que la cúpula chavista haya desmontado a Venezuela y la convirtiera en un centro internacional para la reunión de criminales.

No es un feliz día de la independencia. Somos un país que estaba encaminado a ser el más próspero de la región y ahora es un ejemplo de pobreza, corrupción, miseria e inoperancia. No hay nada feliz en un día que nos recuerda todo lo que nos quitaron. Mucho menos cuando la libertad está cada vez más lejos y el panorama es desolador. Lo que nos queda de hoy es pensar que sí ya lo hicimos una vez, lo volveremos a hacer. Y que en un futuro tendremos una nueva fecha para celebrar la independencia, que conmemorará nuestro regreso a casa y el inicio de una optimista etapa, en la que todos pondremos nuestro granito de arena para encarrillar a Venezuela en un mejor camino tras 21 años de retroceso.

Mientras tanto, toca hacer lo posible por dejar bien posicionado el nombre de nuestro país en el extranjero y aprovechar las oportunidades que la vida nos ha dado.

Más relacionadas