La milagrosa recuperación de Édison Cocíos

Édison Cocíos, el estudiante del Colegio Mejía, de Quito, que fue impactado con una bomba lacrimógena en su cabeza el 15 de septiembre de 2011, y que desde entonces había quedado en estado vegetativo, ha empezado a mostrar signos de recuperación, contra todos los pronósticos, según informa el diario El Comercio.

Édison ha empezado a mover los dedos de la mano derecha y además sonríe, ha contado su madre Vilma Pineda, a la reportera Sara Ortiz, de El Comercio, quien además da testimonio de que el muchacho, ante el pedido de su madre, le ha agarrado la mano, y siguiendo instrucciones, ha movido los dedos medio, el índice y el meñique. «Ese es mi hijo. No se rinde», dice la madre, orgullosa ante la reportera.

Según el neurólogo Eduardo Castro, citado por la madre, el joven Édison ha salido del estado vegetativo y se encuentra en estado de conciencia mínima.

Édison está consciente. La primera señal fue cuando el joven sonrió. Lo hizo cuando una de las enfermeras que lo atiende preguntó a Vilma si su hijo salía a bailar antes del accidente. «Le conté que no lo hacía bien. En las fiestas remedaba cómo bailaba su abuelo. Eso era tan gracioso». Mientras se reían, la enfermera notó que en el rostro de Édison se dibujaba una mueca. «¡No puede ser. Mire señora, se está riendo!». La madre rompió en llanto.

En los días siguientes, Édison regaló una sonrisa para su papá y sus hermanos. Su padre cuenta que ahora lo hace más seguido, «sobre todo cuando recordamos cosas que él vivió». Junto con esa leve recuperación de una parte de la actividad cerebral, el aspecto del joven también mejoró. En los dos años que lleva postrado creció 11 centímetros, de 1,75 metros a 1,85. Pasó de pesar 26 kilos a 50. Su rostro ganó color y sus músculos se reforzaron.

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