Nebot dice que Ecuador vive bajo un totalitarismo

El alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, en Ambato, el 25 de junio de 2016.

El alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, ha dicho en una visita a Ambato, que el Ecuador vive un totalitarismo, un «remedo de democracia, un burdo insulto al concepto de democracia». Ha argumentado que «democracia es respetar la independencia de las funciones del Estado. No es posible que un hombre que gana con el 56% de los votos, se apodere de todas las funciones del Estado. Por eso vivimos un totalitarismo».

Nebot ha hecho esas declaraciones en el marco de un encuentro sobre Empleo, Economía y Seguridad, realizado en el coliseo del colegio La Salle, de Ambato,

Y se ha preguntado: «¿Qué es hoy día la Asamblea Nacional? El ministerio de legislación del régimen. ¿Qué es la Corte Constitucional? El ministerio constitucional del gobierno. La ley mordaza no es libertad. Eso es una forma de intimidar a los que dejan que el pueblo hable. Es parte del mecanismo totalitario de control. Hay que perder el miedo, a tiempo. Todavía hay tiempo».

Nebot ha dicho que no es «ni de izquierda ni de derecha». Cuando el auditorio coreaba «Nebot Presidente» les ha pedido silencio con un gesto. «Esa no es parte de la intervención de hoy día». Y ha sido crítico con los empresarios. «Lamentablemente, cuando todo iba bien, escuchaba a los empresarios decir que nunca habían ganado más. ¿Qué pasó entonces? ¿Un cambio en el bolsillo simplemente? Ese no es el país. Esa no es la empresa privada con responsabilidad social que nosotros necesitamos».

Pero la principal crítica ha sido contra el exceso de gasto público. «Tenemos un Estado gigante. En 2007, la nómina de pago del Estado central valía 3.300 millones de dólares. Con inflación, 1.200 millones de dólares más. Una nómina que debería estar en 4.500 millones de dólares, está en 9.500 millones de dólares. Cinco mil millones más, de la plata de ustedes se trasladó al Estado para pagar la farra fiscal. Unos trabajamos y otros bailan, no señor. A ganarse el pan con el sudor de la frente, aquí trabajamos todos. Ese es el Ecuador que queremos, sin pipones, sin privilegiados».

Y en tono intimista, ha dicho que acompañará al pueblo en su lucha, sin necesidad de ser parte del Estado. «Cuando yo, a pedido de muchos guayaquileños hace ya 16 años, varié el rumbo de mi vida política hacia la alcaldía de Guayaquil, y acepté el desafío de convertirme en lo que muchos han llamado líder cantonal, a mucha honra, me hice una pregunta a mi mismo. Yo tenía un desafío conmigo mismo. Había sido candidato presidencial y mis discursos, hace más de veinte años, era el mismo de hoy día. Y quería demostrar que se puede servir. (…) Yo soy un empleado del pueblo, y los presidentes deben entender que no son emperadores, no son dueños del pueblo, son empleados del pueblo«.

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